La niña desapareció el pasado 14 de junio por la tarde, cuando jugaba en la puerta de la casa de su tía junto a sus primos en San Luis.
Ya pasaron 100 días de la desaparición de Guadalupe Belén Lucero en San Luis y aún no se sabe nada de su paradero. Durante su búsqueda la Justicia realizo 419 allanamientos, rastrilló 1221 sectores, secuestró celulares y computadoras que fueron peritadas, pero sin ningún resultado.
La nena fue vista por última vez el lunes 14 de junio pasado a las 19 en la manzana H del barrio 544 Viviendas, en el sur de de San Luis. Según fuentes policiales, estaba en la vereda junto a otros niños cuando supuestamente apareció una mujer y se la llevó.
Desde que se inició la causa por la desaparición de Guadalupe, hubo procedimientos todos los días -no solo en San Luis sino también en otras provincias como Mendoza y Misiones- pero los resultados no son los esperados.
La falta de elementos de prueba que indiquen un secuestro extorsivo o un caso de trata de personas impide que la causa pase al fuero federal, como reclaman los padres de la menor. De hecho, el fiscal federal de San Luis, Christian Rachid, consideró que “no es propicio” un cambio de fuero porque entre la prueba recolectada “no prevalece ninguna” que amerite “la intervención federal”.
No hay ninguna hipótesis que tenga más fuerza que otra. Esa es la realidad. La que apunta a una red de “trata de personas”, por ejemplo, figura entre las posibilidades como la de un secuestro extorsivo o la que plantea un mensaje mafioso dirigido a la familia de la menor.
Por la falta de indicios, nadie se anima a descartar que los captores se hayan llevado a Guadalupe por error y que se trate de un ajuste de cuentas que salió mal. Siguiendo esa línea es que la policía realizó excavaciones en la zona donde la niña fue vista por última vez y buceó en arroyos y diques, aunque sin resultados hasta el momento.
Otra posibilidad es que haya sido víctima de un ataque sexual. “Puede ser un secuestro al voleo con características de perversión sexual”, fue la última hipótesis que deslizó el abogado del papá de Guadalupe, Héctor Zabala.
La pista narco, como otras tantas, también aparece en la lista, aunque esta línea perdió fuerza con el paso del tiempo. Si bien es cierto que hay familiares lejanos vinculados al narcomenudeo, nada indica –al menos hasta ahora– que esto pueda tener relación con la desaparición de la niña.
Los padres no cuentan con antecedentes y además está demostrado que no tienen vínculos con ningún grupo criminal como para sospechar que la desaparición de la niña pueda tratarse de un mensaje mafioso dirigido a ellos.