El conjunto Sabalero cayó 2 a 1 ante Estudiantes de Río Cuarto, sumó su sexta derrota al hilo y se hunde cada vez en la tabla. Nicolás Talpone, que se fue expulsado, marco el empate parcial en el complemento.
Por Mario Demonte
Colón está en terapia intensiva. Mientras sus familiares más cercanos (los hinchas) esperan el milagro, los encargados de atenderlo (dirigentes, técnico y jugadores) no encuentran la cura, por negligencia o incapacidad, para una enfermedad que, a esta altura, pareciera ser terminal, aunque los más optimistas repiten: “todavía falta mucho”.
Los cierto es que este domingo, ante Estudiantes de Río Cuarto, Colón sumó su sexta derrota al hilo en el campeonato y agudizó su crisis futbolística, que se entremezcla con la crisis institucional, que esta semana sumó su primera renuncia, la del vice primero, Marcelo Negrete, mientras otras, dicen, están al caer.
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A esta altura, de nada sirven las explicaciones de los responsables de turno, Víctor Godano, e Iván Moreno y Fabianesi, y poco importa si Colón mereció o no perder en la tarde de Río Cuarto, porque lo que urge son triunfos que saquen al equipo del fondo. Es que ya ni siquiera se mira a los que van arriba, porque preocupa la cercanía de los que están abajo.
El 2 a 1 ante el equipo de Iván Delfino fue otro golpe de nocaut para este limitado Colón, sin fúbol, sin carácter, en definitiva, sin respuestas. Que después de un primer tiempo “aceptable”, logró levantar el 0-1 del arranque del ST, tras una grosera falla de Tomás Giménez, pero que volvió a equivocarse feo en el fondo para quedarse con las manos vacías.
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Y así, una vez más, la noche para el mundo Colón se hizo más cerrada que nunca, sin una sola luz que marque el camino para salir de este momento.
Y todo en vísperas del cumpleaños 120 de la institución, que tendrá a sus más cercanos pidiendo el milagro de la recuperación del enfermo que está en terapia intensiva, mientras los que tienen que encontrar la cura, agravan el cuadro.