Por Martín Sperati
Tiene grandes convicciones peronistas. Apasionada por la literatura. Ejerce docencia todo el tiempo. Sueña con terminar con la cultura machista. La historia la colocó como vicegobernadora de una de las provincias más importantes del país. Viene a humanizar la política y a luchar por el diálogo de la mano de los argumentos.
Hoy en la Radiografía Despacho Digital: Alejandra Rodenas.
Se abre la puerta de la presidencia de la Cámara de Senadores y se observa a colaboradores trabajando, no importa la hora. Más adelante, el despacho de Alejandra Rodenas, que luce muy prolijo. En el escritorio se puede ver una jarra lista para servir té y una pequeña y coqueta caramelera con caramelos masticables.
La amabilidad es parte de su esencia y saca a relucir su condición de anfitriona ante cualquier invitado de ocasión. La docencia le sale por los poros: Explica, cuenta, se para, le busca otro enfoque, dibuja ejemplos en el aire, se sienta y vuelve a explicar si es necesario. Todo lo hace con llevadera espontaneidad.
Amante de la literatura. Le encanta leer y escribir. Cuenta la historia que la casa de mamá y papá estaba repleta de libros. Hija de Ángela y Antonio, que lograron construir un “hogar interpelado por la historia”. Era la única casa con teléfono de la cuadra del barrio rosarino Echesortu.
Don Antonio Tito Rodenas fue Diputado provincial en el primer gobierno de Perón y presidente de Rosario Central. Era una familia expuesta en la que se hablaba mucho de política y de música. La infancia de Alejandra fue atravesada por el equilibrio todo el tiempo: “mi mamá nos decía, miren que hay gente que no tiene para comer”. La sensibilidad en el otro estaba a flor de piel: “cuando llovía me deprimía, pensaba en la gente que no la pasaba bien”.
A Alejandra la definen varias palabras: Coraje, sensibilidad y apego por el diálogo. Ya muy joven comenzó a militar dentro del peronismo en la Universidad Nacional de Rosario, lugar que la vio graduarse como abogada y años más tarde desempeñarse como docente.
Luego llegaría el turno de ingresar a la Justicia santafesina y en ese recorrido logró convertirse en Jueza de instrucción Penal. Allí puso una pequeña pausa a su vida política, debido a las diferencias ideológicas con el menemismo.
Alejandra no pasó desapercibida, el ojo público posó su mirada sobre ella tras los procesamientos de una parte de la banda narco “Los Monos” y además, por llevar adelante la causa de los responsables de la balacera en la casa del entonces gobernador, Antonio Bonfatti.
La decisión no fue fácil, había que elegir entre seguir en funciones como Jueza o saltar a la política. Eligió la segunda opción. Primero como diputada nacional y luego siendo parte de la fórmula junto a Omar Perotti dándole fin a la hegemonía socialista durante 12 años.
Cuenta que la pandemia puso pausa a un montón de iniciativas. El presupuesto tuvo que ser destinado a asistencia, a la construcción de hospitales en la provincia, a fortalecer el sistema de salud y al envió de recursos a municipios y comunas. “Además de recibir una provincia endeudada, la pandemia desconfiguró”.
Cuando habla de la inseguridad en el territorio santafesino, pide instrumentos necesarios para el abordaje: Apoyo político, prevención, identificación del delito, Intervención barrial y urbanización, como ejes claves para combatir el flagelo.
Sigue la charla, pasaron 3 tazas de té. Los envoltorios de caramelos masticables se acumulan en un costado. Sus manos comunican y buscan ejemplificar todo el tiempo. Daría la sensación que está en una clase, pero no, está en la presidencia del Senado. Y eso la vuelve atrapante.
Se sonroja y agacha la cabeza en señal de agradecimiento cuando le mencionan su gran participación en la Ley de Paridad de Género. “Es un cambio de época que llegó para quedarse” y “se dieron cuenta que la historia les golpeó la puerta”; fueron las dos frases que resumen sobre el pensamiento hacia los Senadores.
Lucha por desterrar la “construcción simbólica que no tiene que ver con la realidad”, cuando la opinión pública piensa que los legisladores de la Cámara Alta reparten subsidios a discreción. “Todo está documentado”, recalca con énfasis.
Amiga del “Diálogo y el Consenso” y más sobre las discusiones argumentadas. Se percibe equilibrada y con templanza, rasgo distintivo que forjó siendo Jueza Penal y le “cuesta la pelea agresiva con el otro”.
Como conductora de la Cámara de Senadores va a pelear por la Ley de Educación Sexual Integral y por la Ley de Cannabis medicinal. Sabe que tiene que lograr deconstruir y lo hace a través de argumentos. Defensora de los derechos de las mujeres, asume el compromiso de seguir luchando por la igualdad de género y por terminar con la cultura machista.
A Rodenas se la ve enfocada en los objetivos. Dice que “el peronismo siempre tiene que empezar” y están ante un momento histórico para conservar la administración por muchos años en la provincia de Santa Fe.
Detrás de ella, sus hijos Isidro (27) y Ángela (24), cuando habla de ellos deja de mover sus manos y toma una actitud reflexiva: “Estoy muy orgullosa de mis hijos”. Otro de los pilares para la vicegobernadora es su marido, Jorge Llonch, hoy titular de la Cartera de Cultura al que los unió la pasión por la política y la música.
Casi como un deja vu de su propia historia, Rodenas repite patrones de su hogar, liderando una casa atravesada por la política. En un rincón de su alma, sabe que sigue el legado que les dejó como herencia doña Ángela y don Antonio Rodenas: La sensibilidad por el otro y la política como elemento ordenador de las cosas.
Convencida por la construcción a base de diálogo, no quiere ganarle a nadie, más bien busca “siempre el equilibrio“. Quizás ese sea el leitmotiv que persigue para una sociedad más justa y equitativa.