Por Martín Sperati
Outsider. Llega a la política con la intención de defender la República y honrar sus casi 300 mil votos cosechados en campaña. Al principio, las miradas de sus pares eran puro escepticismo. Hoy considera que se ganó un espacio. Enfocada, disfruta de la poca notoriedad pública y se prepara día a día para dejar un mundo mejor.
Hoy en la Radiografía Despacho Digital: Amalia Granata.
7:15 suena el despertador. Ya tiene programado su día de acuerdo a su agenda legislativa. Reuniones por zoom y contacto permanente por teléfono son claves para tratar de conectar los problemas con la solución.
En el medio, es importante informarse y aparece su condición como periodista. Se informa con medios de Rosario, Santa Fe y Buenos Aires. Y cuando puede, se hace un lugar 2 o 3 veces por semana para hacer actividad física.
Amalia llega a la política porque entiende que “se hace en la calle, no en la universidad”. En 2017 fue precandidata a diputada nacional y compitió en la interna de la coalición UNA Santa Fe Renovada. Si bien la suerte le fue esquiva, cuenta que fue una “gran experiencia”.
Recorriendo Los barrios de Carcaraña #LosPinos
@UNASantaFeFR pic.twitter.com/LliiJ3Y7UX— Amalia Granata ?? (@AmelieGranata) June 23, 2017
Pese a las difamaciones en su contra, la rosarina no bajó los brazos y se presentó como candidata a diputada provincial. En las elecciones locales del 16 de junio de 2019 sorprendió con 287.705 votos cosechados, siendo electa con la tercera fuerza legislativa en Santa Fe, obteniendo el 10,75% de los sufragios.
La periodista comenzaba a transitar los primeros pasos en política y se encontró con un frontón que le marcó la cancha. Había que votar de un día para otro la ley de necesidad pública, pedida por el gobernador Omar Perotti: “Cómo voy a votar algo que no vi”, se quejó en la oportunidad.
A Amalia le molesta el sistema político que busca sacar ventajas. Se siente más cómoda con la coherencia y si bien entiende que algo de “rosqueo” hay que tener, es necesario que “los políticos no saquen ventajas para ellos mismos”.
Atiende el teléfono. Reconoce que está en su casa. Se muestra amable todo el tiempo. Respuestas cortas, precisas y al hueso. Cuando la pregunta le resulta “capciosa” o “poco clara” repregunta con seguridad. Quizás sea su rango distintivo: Su seguridad.
Sin embargo, cuando el periodista indaga un poco sobre Roque (3) y Uma (12) su voz se pone lenta y maternal: “Representan todo en mi vida” y confiesa que se metió en política para dejarle “valores por la República”.
Amalia cuenta que la dirigencia política “tenía una imagen incorrecta por lo que vieron en los medios” y si bien entiende que el tiempo pone las cosas en su lugar, tuvo que pasar por ese prejuicio.
Al mismo tiempo se considera perfil bajo, buena onda y reconoce que le “gusta escuchar los discursos”. Para Granata este es un momento de aprendizaje. Sabe el rol que cumple, “opino sobre lo mío”, pero internamente siente que se está “ganando el espacio”.
La relación con sus pares es muy correcta y por más que esté en las antípodas del pensamiento político “con todas las chicas tengo la mejor onda”. Lifschitz y Pullaro son dos valores que destaca y cuando el periodista quiere “pinchar” sobre el radar que la detecta en la Cámara Baja, responde que “no está cerca de nadie”.
Su producción legislativa en sus primeros 10 meses como diputada es muy auspiciosa. Actualmente se encuentra en el puesto número 12 en proyectos presentados (86) sobre 50 legisladores y se ubica quinta en el ranking de mujeres que más iniciativas presentaron.
Sobre su futuro, se ve en la política, aunque afirma que el “futuro es el lunes”, dando a entender que no ve más allá del día a día. Es más, tiene como materia pendiente cursar la carrera de abogacía “para redactar con mayor precisión los proyectos de ley”.
Para Granata la política “es un medio para aportar un grano de arena” y solucionar los problemas de la gente. Conocida por su seguridad personal la conmueve los niños: “me parten el alma”. Muchas noches “me preguntó si merezco vivir así“, sabiendo las desigualdades que hay.
Cuando habla de la gestión Perotti hace una pequeña pausa para ordenar las ideas y responde que “no ve mucha gestión”. Además, plantea algo que remarcaron pocos: “lo veo individualista” y “solo en su propio espacio”.
En el plano nacional, afirma que no gobierna Alberto Fernández, “gobierna Cristina” y no ve gestión auspiciosa para el futuro de los ciudadanos: “lo del dólar es increíble”, opina con tristeza.
Para Amalia lo más importante es el trabajo en equipo. Todo el tiempo habla en plural, “el equipo es todo”; especialmente cuando “se trabaja con amigos”, ahí aparece el nombre de Álvaro Zicarelli.
Cuenta que la radio es su “escape” y se siente feliz, enfocada y disfrutando de la poca visibilidad pública. Su marido es un bastión importante en su vida. Cuando habla de él, se le ilumina la voz. “Hablamos todo el tiempo de política y a veces él ve cosas que yo no veo”.
Extraña la vida social con amigos y familia. Confiesa que no se autoanaliza y lleva consigo una frase que es acaso la síntesis para no perder el eje: “el que se enoja pierde”.