Primer año de gestión de Omar Perotti: Luces, sombras y claros oscuros

Primer año de gestión de Omar Perotti: Luces, sombras y claros oscuros

Por Martín Sperati

Aquel 11 de diciembre de 2019 tomó los atributos que le dejó, Miguel Lifschitz.

En la Asamblea Legislativa vimos a un gobernador que puso primera. La carta de presentación del rafaelino fue darle duro al gobierno lifschitzta sobre la base de una provincia quebrada económicamente.

Puso mucho énfasis en la Paz y el Orden, en la seguridad y en la conectividad de las y los ciudadanos santafesinos.

Quizás el primer traspié fue no haber logrado una transición entre gobiernos. Estiró hasta lo último la designación de su equipo y eso le permitió correr de atrás con el tiempo.

Perotti asumió con un presupuesto ajeno, algo inédito. Y luego peleó por las leyes de emergencia en el que chocó con la voluntad del Frente Progresista Cívico y Social. Darle al flamante gobernador las leyes era admitir que la cosa no estaba bien, decían los legisladores opositores.

Cayó la pandemia y se tuvo que arremangar como pudo. Consiguió apoyó nacional, convocó a la oposición y trató de fortalecer un sistema de salud que ya estaba robusto.

En materia política tuvo vaivenes con la oposición y también los tuvo con los propios: los senadores justicialistas liderados por Armando Traferri.

Recibió a su amigo Alberto Fernández un par de veces, la última no pudo ser porque cursa el covid 19. En los encuentros, recibió la bendición del presidente y se ligó un reto cuando le dijo en Rosario: “Omar, ocúpate de la seguridad”.

El lado flaco de Perotti es la inseguridad. Termina el año con un alto nivel de asesinatos dolosos con epicentros en el Gran Rosario y el Gran Santa Fe.

Es jefe de Marcelo Saín, el empleado ingobernable que le dejó más problemas que soluciones. Tuvo que salir a desactivar declaraciones verborrágicas que hizo tambalear la convivencia con la oposición.

Otro de los lados oscuros del actual gobernador es la decisión de no reconocer, desde el punto de vista económico, a los trabajadores del Estado. Allí tuvo como aliados a los gremios que firmaron las paritarias casi en silencio.

Su caja le da superávit. Algo que no se entiende en el peor momento de crisis.

Perotti no abrió las escuelas, pese a que en la ciudad capital hubo más de 70 días sin un solo caso confirmado de coronavirus. Perdió el tiempo en la materia y no logró que su ministra pueda avanzar en un proyecto para garantizar que la mitad de los niños pobres puedan acceder a la escolaridad.

El punto a favor es que no le colapso en la provincia el sistema de salud. La pelota pegó en el palo, pero no entro, por suerte.

Otro de los puntos a favor fue asistir a las pymes, negocios y organismos. Ayudó a las Comunas y Municipios, pero se centró sobre las que llevan el mismo color político. Sólo un puñado para los que no son propios.

Sobre el último trimestre comenzó a activar la obra pública, mandó a la legislatura los proyectos de ley de seguridad, el de conectividad y obtuvo el tan ansiado proyecto de presupuesto para el año que viene.

Perotti tiene por festejar la ley de paridad de género. Envió la enmienda propositiva y la legislatura se la convalidó.

Su equipo de trabajo comenzó a agrietarse con la renuncia de Carlos Parola (pandemia de por medio) y más adelante, (con sus declaraciones) renunció Esteban Borgonovo y se quedó sin la Cartera política.

El gringo Perotti deambuló este año en solitario. No está convencido de su propio equipo. Le hace ruido y quiere cambios.

En términos de gestión dejó la sensación de que atajó más de lo que generó. Su plan de gobierno todavía no emerge. Quizás por la pandemia, quizás por su lentitud en la toma de decisiones. Como sea, el slogan de campaña todavía no lo pudo efectivizar. Está a tiempo, SI.