Tanto el gobierno nacional como el provincial pusieron sobre la mesa la alternativa para quitar la retención si los docentes aceptaban la propuesta.
Por Martín Sperati.
El gobierno de la provincia de Santa Fe, informó días atrás que no se le iba a retener a la docencia lo que se llama el impuesto a las ganancias. El nivel de cinismo no tiene límites, debido a que el Salario de un trabajador nunca puede entrar en la categoría de ganancias. El salario es una remuneración que recibe el empleado de parte de la patronal en concepto de horas trabajadas. Para el Estado argentino, el salario de los docentes constituye ganancias.
Esta distorsión la debe arreglar el Congreso de la Nación que a estas alturas está más preocupado en las elecciones que en conectar a los ciudadanos los problemas con la solución. Tampoco lo hacen por decreto, lo cual uno puede pensar que no hay demasiada voluntad para arreglar la desigualdad que sugiere cobrar un impuesto tan distorsivo.
Pero hay un elemento más que no tiene nombre: y es que tanto en la paritaria nacional como en la provincial se puso sobre la mesa esta herramienta como elemento de negociación. Fue más o menos así: “Aceptá la oferta y nosotros vamos a quitar la parte de ganancias“. El nivel de hipocresía es demoledor. En todo caso, arreglen la distorsión, porque el trabajador como tal no genera inflación, la genera el Estado a través de los fenómenos monetarios y de sus desatinos.
La docencia santafesina debe saber con claridad que la propuesta salarial vino solapada con la quita del impuesto a las ganancias, como si la remuneración de un trabajador fuera objeto de ganancias.