Por Martín Sperati
Ciertos temas como la inflación, la recesión o la política monetaria operan a nivel nacional y sus consecuencias se padecen en todo el territorio sin que la dirigencia provincial tenga margen o capacidad para intervenir en sus causas estructurales.
La campaña electoral comenzó a transitar los primeros pasos sin sorpresas, sin actos disruptivos y, sobre todo parece tener un debate nulo de propuestas. Eso sí, hay un denominador común que revela los primeros mensajes detrás de los spots, las entrevistas, los memes y las encuestas: el temor.
El panorama económico carece de una visión integral y realista a la vez. Los principales opositores plantean horizontes temporales ambiciosos sin especificar en detalle o de manera concreta como lo lograrían.
Por su parte el oficialismo, que cuenta con mayores elementos para valorar la viabilidad de sus promesas, por conocer directamente la situación nacional, evita la contradicción de proponer cosas que no está haciendo. Apuesta a una armónica continuidad que amplíe su impacto. Decir otra cosa supondría admitir falencias en su gestión.
Según expertos en campañas electorales, los principales candidatos al sillón de Rivadavia otorgaron al miedo un espacio especialmente relevante de sus estrategias proselitistas. Juntos por el Cambio advierte por los riesgos del regreso del kirchnerismo para la economía y la institucionalidad, el Frente de Todos intenta llegar al votante no propio asegurándole que el ajuste del macrismo será cada vez más crudo.
Al mismo tiempo, Consenso Federal trata de hacerse un lugar en la cabecera de la carrera electoral con avisos que aseguran que si Mauricio Macri sigue en el Gobierno o si gana Alberto Fernández los argentinos deberán seguir acostumbrándose a la inseguridad y a no poder prender la estufa.
En este marco, los mensajes en las redes sociales adquirieron peso específico: “habrá mucha campaña en redes y mucho meme. Es fácil de viralizar y está destinada a un segmento que no se engancha con la política. A ese le hablás con un meme”, dicen los expertos en comunicación política.
En este conglomerado de artículos digitales se ubican las noticias falsas, una herramienta muy utilizada y cuestionada para disfrazar de verdad un dicho o actitud de un candidato en perjuicio de éste.
Así, la eventual contrastación de propuestas quedó tercerizada en estos espacios y “garpa” más hacer un “videíto” en Facebook, Instagram, WhatSapp o Twitter antes que participar de un debate de candidatos sin programas integrales para comparar, ni encuentros directos entre aspirantes.
La tendencia parece clara y todo indica que se va a posponer la idea de un debate público de calidad. Las dos grandes plataformas tienen alguna fortaleza pero no incorporó estos aspectos, ni elaboró un programa de gobierno integrado, detallado y público.
Esperemos que las propuestas no queden en la orfandad y salgan del anonimato.