Por Martín Sperati
Con Aníbal Fernández tengo sentimientos encontrados. Por un lado me parece un funcionario que se planta y hace. Después podemos analizar los resultados.
Por otro lado me parece un personaje muy hábil en su forma de declarar y me parece que ese juego lo está comprando la oposición.
Aníbal fue puesto allí para arrastrar las marcas.
En lugar de discutir las cuestiones reales que hacen a que un país crezca, toda la oposición y la política en general se encuentra centrada sobre una discusión de redes sociales, que tiene, ojo con esto, un contenido muy fuerte y polémico.
Un ministro nunca puede expresarse en redes sociales o en cualquier medio en esos términos, porque está haciendo uso del poder Estatal. Aníbal Fernández deja de ser Aníbal Fernández una vez que ingresa como miembro del ejecutivo.
Lo mismo aplica para los diputados y senadores. Dejan de ser personas comunes para convertirse en personas que representan intereses.
Lo que hizo Aníbal está mal y es muy preocupante. No hay que bajarle el precio, pero no compremos el arrastre de marcas.
Acá hay una discusión central: combatir la inseguridad. De eso tiene que hablar Aníbal Fernández.
Hay que combatir la pobreza, la indigencia. Lograr que las y los argentinos compremos alimentos con precios razonables y que las empresas tengan incentivos para invertir en un país que necesita ponerse de pie.
Centralizar la bravuconada de Aníbal Fernández es un error para una sociedad donde vivir se torna cada día más difícil, donde todo es discutible menos la distribución de la riqueza y las tarifas.
En las estrategias militares se cuenta con una serie de acciones para destruir a los enemigos. Las maniobras de distracción, para tenerlos entretenidos mientras se gana tiempo y llega el ataque por otro flanco. Las maniobras envolventes, frontal de penetración o de ruptura, ofensiva de rompimiento, operativa, táctica, de campaña, etc.
Cualquier parecido de estas estrategias puede resultar pura coincidencia si se traslada al episodio tuitero.
El olvido de los problemas de la salud pública, la educación, la inseguridad ciudadana, la impunidad que sigue y tantos casos de corrupción, cuyas indagaciones demoran, en contraste con la agilidad de la discusión de redes sociales.
Aníbal Fernández lo logró una vez más. Logró que se hable de eso. Alguien alguna vez dijo que para arrepentirse hay tiempo. El ministro de seguridad sabe en cada punto y coma el impacto de sus palabras.
De zonzo no tiene nada. “La inseguridad es una sensación“, dijo alguna vez. Como toda cosa que se vende, cada uno tiene la chance: o lo compra o lo deja…