La noticia es impactante: asesinaron a Andrés “Pillín” Bracamonte, un nombre que de solo mencionarlo, se vincula directamente con la barra brava de Rosario Central. Es que “Pillín” era uno de los jefes de hinchada con mayor tiempo de duración en ese lugar en el fútbol argentino, junto con “Rafa” Di Zeo, el referente de la barra de Boca. Este sábado por la noche, cuando salía del Gigante tras la derrota de Central ante San Lorenzo, lo interceptaron a bordo de su camioneta y le pegaron varios tiros que le ocasionaron la muerte. Viajaba con él otro barra, Daniel “Rana” Acardo, que también fue acribillado.
“Pillín” Bracamonte fue el líder emergente en medio de un tiempo caótico en la barra brava de Rosario Central, que siempre fue un lugar muy codiciado por el poder, las influencias y el “manejo de gente” que otorga.
Cuando “Pillín” sacó chapa
Allá por finales de los 90 y principios de los 2000, en la tribuna canalla estalló la guerra por la jefatura entre dos facciones: los “Pillines”, liderados por Andrés Bracamonte, y los “Chaperos”, conducidos por Juan Bustos. Los primeros se quedaron con el poder, no sin que antes corriera mucha sangre en torno a esta disputa, que poco tuvo que ver con el fútbol.
A partir de allí, Andrés Bracamonte comenzó a tejer una red enorme de conexiones de todo tipo: policías, abogados, personas vinculadas a la Justicia y a la política, dirigentes, técnicos y jugadores. Su poder y el de sus laderos fue creciendo y muchos hinchas valoraban que había logrado “ordenar” una tribuna que era un caos de inseguridad y violencia en medio de la disputa de “pillines” y “chaperos”.
Son de dominio público las fotos de “Pillín” con jugadores del primer equipo subidos al paravalanchas. O aquel recordado diálogo tejido de por medio entre Miguel Russo y Bracamonte en un partido con serios disturbios en la tribuna, cuando Central luchaba por volver a primera. En definitiva, todos en Central lo conocían y tenían trato con él.
“Nosotros tenemos códigos, cuidamos a los hinchas en la tribuna y en los viajes. Hasta hemos levantado gente de Central en la ruta. Con nosotros, en la hinchada de Central no pasa lo que pasaba antes, que era un descontrol”, declaraba Bracamonte en un documental sobre barras, hace poco más de una década.
El poder económico y de fuego de Andrés Bracamonte no se detenía. Así se fue metiendo en otros negocios turbios, por los que más tarde fue investigado e imputado. Lavado de activos y extorsiones fueron los delitos que le señalaron.
Fueron largos años en los que los allanamientos ni le pasaron cerca, pero con el correr del tiempo fue quedando expuesto, perdió algunos contactos y cayó preso.
Deportado de Sudáfrica
Uno de los episodios más recordados de su largo tiempo como jefe del paravalanchas de Central, fue cuando fue deportado de Sudáfrica durante el Mundial 2010. “Pillín” quiso formar parte de ese grupo de barras que viajaron al campeonato del mundo con el nombre de “Hinchadas Unidas”, pero las fuerzas de seguridad sudafricanas lo identificaron en el aeropuerto, lo tuvieron incomunicado junto a otros barras de Argentina y lo mandaron de vuelta.
Es que Bracamonte tenía prohibido salir del país por estar condenado a dos años de prisión por amenazas coactivas a un empleado de Rosario Central.
Varios años después, en septiembre de 2018, fue detenido en la cancha de Lanús cuando repartía entradas de protocolo -destinadas a dirigentes y allegados- a metros del ingreso al estadio.
Amenazas con un bate de béisbol
A medida que su poder económico crecía, “Pillín” accedía a nuevos estándares de vida. Se mudó con su pareja de entonces a un country de Ibarlucea, donde cada lote costaba de 120 mil dólares para arriba. Más tarde, ese barrio cerrado se hizo famoso en los portales de noticias porque allí lo fotografiaron esposado, luego de un allanamiento en el que le secuestraron millones de pesos, vehículos y documentación que lo comprometía.
Las cosas empezaron a ir mal en la pareja y comenzaron los episodios de violencia de género de Bracamonte hacia su ex novia. Ante el juez Aldo Bilbao Benítez, este viernes la fiscal Luciana Vallarella afirmó que el 27 de marzo de 2018, Bracamonte corrió con un bate de béisbol a su ex pareja en el interior de su casa de Álvarez Thomas al 1800. Dicha situación, según amplió, fue después de que la mujer le dijera que no quería continuar con la relación.
La otra intimidación que era objeto de debate oral y público tuvo lugar el 19 de octubre de 2018, cuando la mujer contó que al salir de su casa para llevar a su hijo a la escuela encontró a “Pillín” en una camioneta blanca en la puerta de su casa, quien bajó una ventanilla y la amenazó con un objeto, que en la audiencia no se precisó cuál había sido.
Cuando en diciembre de 2018 fue imputado el jefe de la barra brava canalla, el juez Mariano Aliau le había prohibido la salida del país y acercarse a la víctima en un radio de 500 metros.
Caída y muerte de un jefe histórico
En los últimos años el poder de Bracamonte empezó a ser cuestionado y también disputado en el Gigante de Arroyito. A lo largo del tiempo, “Pillín” fue perdiendo a sus históricos laderos y otros grupos que querían tomar el poder en la popular canalla le fueron marcando la cancha.
Bracamonte estuvo en el centro de las noticias varias veces este año. La más reciente había sido en agosto, después del último clásico que se jugó en el Gigante de Arroyito, cuando intentaron matarlo a tiros en el Parque Alem, donde estaba junto con su última pareja.
En febrero de este año también le dejaron un cartel en el country de Ibarlucea en el que vivía y realizaron disparos al aire.
Su panorama judicial también era complejo. Sumado a esta causa tenía un proceso por lavado de activos en la Justicia federal y otro por asociación ilícita y extorsiones en el fuero provincial.
Las balas que entraron en su cuerpo este sábado por la noche, terminaron con una historia de poder y violencia que no se limita solo a la figura de “Pillín”. Pero ahora empieza otro período al que todos deberán estar muy atentos: quién o quiénes ocuparán el lugar del líder que ha muerto y qué están dispuestos a hacer para tomar ese codiciado sitio por asalto.