Por Cristián Pablo Sperati
La medida decidida por el Consejo Federal de Educación de incrementar el horario de clases en el ámbito de la escuela primaria conlleva múltiples miradas.
Lo primero que deseo aclarar es que no me referiré a cuestiones logísticas, económicas, edilicias ni salariales, temas de por sí trascendentales a la hora de aplicar esta extensión horaria.
Una vez subsanados los temas referidos en el párrafo anterior surgen diferentes preguntas, a saber, ¿esa mayor cantidad de horas implica una mejor calidad educativa? La respuesta siempre dependerá de que todos los actores intervinientes en el sistema educativo participen de manera
proactiva y positiva en esa mejora.
La cantidad de horas, los elementos de trabajo, las características edilicias, etc, son un medio, un instrumento que, obviamente, a mayor posibilidad de contar con esos recursos, más tiempo podremos dedicarnos a lo pedagógico.
Sin embargo, no es lo más importante. A pesar de los adelantos científicos y las nuevas tecnologías, aún sigue siendo el docente quien marca la diferencia en la calidad de la educación que se brinda.
Pero, cuidado, no es el único responsable, somos todos aquellos adultos que participamos directa e indirectamente en el proceso de aprendizaje para la vida que los niños y las niñas reciben en las instituciones.
Entonces, ¿Qué aporte estamos haciendo como adultos a ese proceso? No basta con abonar la cuota o la cooperadora, el cumplimiento de los horarios y reglamentos, etc., necesitamos una mejor calidad participativa y, a mi consideración personal, esta ampliación horaria es una maravillosa
oportunidad.
Considero muy conveniente utilizar este lapso de tiempo para conformar espacios de encuentro entre el alumnado y su comunidad, una especie de “extensión educativa”, propongo, además, la enseñanza de las habilidades socioemocionales a través de las herramientas que las neurociencias aconsejan como, por ejemplo, ejercitar el autoconocimiento, el equilibrio emocional con eje en la respiración y el cuerpo, aprender a concentrarse y enfocarse para que los alumnos mejoren y
encuentren sus propios métodos de estudio, etc.
Existen varias, calificadas y comprobadas formas de trabajar transversal y metódicamente las estrategias de la educación emocional en las escuelas, en sintonía con todas las asignaturas, desde lengua, biología y matemáticas hasta teatro, música y educación física.
Es un momento ideal para ampliar la participación de diferentes actores sociales que puedan hacer sus aportes de manera activa a la educación de nuestros alumnos y alumnas.
Todos y todas constituímos el sistema educativo, muchas veces cuestionado. ¿Estás con ganas de colaborar?
Cristian P. Sperati – Presidente de la Asociación Civil Educación Emocional