La causa sigue trabada. El imputado hace uso de sus garantías constitucionales y el tiempo pasa. Alejandra Rodenas se había comprometido a trabajar codo a codo con Fabiana Morón, madre de Julieta.
Por Martín Sperati
El 25 de julio del año pasado mataron a Julieta del Pino, la joven oriunda del pueblo de Berabevú, provincia de Santa Fe, caso que llegó a la opinión pública nacional. A un año de semejante episodio, vecinos de la zona realizaron un homenaje en memoria de la víctima que encontraron enterrada en el patio de un joven que sería una ex pareja.
Con todo esto, la causa no tuvo demasiados avances y el Estado provincial, que prometió embanderarse en la causa, brilló por su ausencia. Basta con remontarse al 28 de julio del 2020 para escuchar a la actual vicegobernadora, Alejandra Rodenas. Allí se puso a disposición de Fabiana Morón, madre de la joven.
En aquella entrevista, Un día Perfecto cruzó al aire a la madre y a la ex jueza. En la oportunidad, Rodenas le prometió a Fabiana un acompañamiento mayúsculo, “no vas a quedar sola“, expresó en innumerables oportunidades; cuestionó las dudas que se generaban por entonces en la causa y dijo que en ella, Fabiana “iba a encontrar una amiga“.
El tiempo evidenció que Alejandra Rodenas estuvo ausente en este caso emblemático para la provincia de Santa Fe. Sólo se limitó a mandar un dinero para que la familia pudiese comprar una piedra para recordar a la joven asesinada. De encontrar una amiga, pasó al olvido extremo. Quizás puedo interpretar que la vicegobernadora no estaba muy comprometida, tal como lo prometió al aire, sin que nadie se lo pidiese.
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Quien firma el presente artículo, en el que además es el director de este humilde medio, se comunicó en varias oportunidades con las y los colaboradores de Rodenas y también con el seno íntimo, con la intención de recordar las palabras de la funcionaria en la que se comprometía con gran énfasis a acompañar a la familia.
De la bandera, del acompañamiento, del “no vas a estar sola, porque lo abrazos colectivos” ayudan a atenuar el impacto del dolor que generó la muerte de Julieta a ni siquiera llamarla o mandarle un mensaje de Whats App. La vicegobernadora faltó a su palabra. Insisto, nadie se lo pidió.
Y no tengo nada contra Rodenas, al contrario, me parece una mujer muy trabajadora, que lucha por los derechos de las mujeres en este mundo machista. Quien quiera ver fantasmas de índole política en este artículo, se equivoca. Simplemente le di aire a una funcionaria que después de un año no cumplió lo que prometió.
¿Porqué lo digo ahora?
Porque antes estuve hablando con sus colaboradores, en el que les pedía que por lo menos se comuniquen con la mujer, para atenuar el dolor que significa la muerte de una hija. No tengo ninguna duda que si el Estado hubiese acompañado a los familiares de la víctima, la causa estaría en otra instancia de avance.
Quizás a Rodenas no le fueron comentando de mis recurrentes llamados. Como sea, ella es la responsable de sus propias palabras y debió honrarlas como corresponde.
No vean fantasma donde no los hay, tampoco se enojen con este periodista. En su momento destaque y dije “wow, el Estado presente“. Me emocioné, le creí y le sigo creyendo. Solo digo que cada uno admita sus errores como corresponde.
A Rodenas
Y ahora le hablo directamente a Rodenas: Demás está decir que en mi programa de radio o en mi sitio web, puede hacer su descargo. La conocí y me llevé la mejor de las impresiones. Escribí con mucha alegría su recorrido, su vida como jueza y cómo ingresó a la política. Aclaré, a su favor, muchas veces al aire cuando querían hacer operaciones en su contra. Lo hice porque estaba convencido de que usted siempre antepuso las instituciones por encima de todo. Y se lo sigo destacando.
Estoy convencido que su paso como presidenta del senado no va a pasar desapercibido. Siempre luchó y sigue luchando por la real igualdad entre hombre y mujeres. Me emociona mirarla trabajar con énfasis esos temas. Cuando la entrevisté, ese jueves por la noche, la miré a los ojos y le pedí que luche por la libertad de expresión.