Una hora por semana

Una hora por semana

El comentario de Martín Sperati.

En este último tiempo estoy leyendo a varios de ustedes que dicen: “la política no me interesa o me dejó de interesar”. Esta idea de “bajo los brazos, porque la cosa se estableció así y no va a cambiar”. De hecho, hay muchos que postulan la idea de vender todo y rajarse.

Reconozco que me suele pasar lo mismo. Y entonces aparece la pelea interna entre el pragmatismo y esta cosa de seguir peleando, no ya por mí, sino por las generaciones que vienen. Es un tema que tengo que seguir resolviendo.

Volviendo a los mensajes que van en el sentido de que la política es un espacio que la utilizan ciertas personas con deseos de salvación personal y no colectivo, yo les digo que sí, que tienen razón. Pero algo hay que hacer. Hay que sacudir ese status quo.

¿Cómo puede ser que un vecino me pida por soluciones que tiene que dar la política? Permanentemente recibo mensajes a través de mis redes sociales (y sigan haciéndolo) pidiendo que visibilice cosas irresueltas.

Es decir, el periodismo interpreta que algo no está bien. Lo cuenta. Y resulta que después se soluciona. El periodismo está para contar la realidad, para interpretarla, no como buzón de reclamos.

Entendible de parte de las y los vecinos que encuentran en nosotros una posible solución. Y lo que luego sigue es el corte de calles. Pero perdón, tenemos funcionarios que están para eso. El vecino no encuentra en ellos una representatividad necesaria, por eso te cortan la calle, por eso llaman al periodismo.

Anoche hablaba por Instagram con un vecino. ¿Cómo hacemos nosotros para romper ese status quo?

Bueno, involucrándonos. Cada barrio tiene una vecinal que es la representación de la sociedad civil. Vayan ahí. Involucren a sus pares. Empiecen a debatir todos los temas. Hagan política. Política partidaria no. Política proselitista tampoco. Política para, al menos, visibilizar los problemas del barrio.

Y luego si, aparecemos nosotros. Para amplificar esas demandas. Y si algún barrio no tiene vecinal, pídanle al concejo que constituya una. Armen grupos de WhatsApp. Dediquen una hora por semana a hablar sobre los temas del barrio: ¿Qué pasa con el transporte?. ¿Qué pasa con la seguridad?. Convoquen a la autoridad de la comisaría. Charlen. Conozcan cómo trabaja esa dependencia policial. Se van a llevar muchas sorpresas, de paso, van a ayudar a esos efectivos policiales que muchas veces piden herramientas y no se las dan. ¿Hay centros de salud en el barrio? ¿El barrido de las calles es el correcto? ¿La recolección de residuos? ¿Las luminarias funcionan? ¿Las calles son transitables?

Hay una gran diferencia. La política está organizada. Nosotros, los vecinos, no estamos organizados. Y en ese desorden, muchas veces no comprendemos lo que pasa. Y en esa incomprensión terminamos enojados con la política.

Hagamos al revés, empujemos nosotros a la política. Ellos son empleados del Estado. Un Estado ausente. ¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados? ¿Vamos a seguir agarrando el control remoto del tv a ver cómo se nos ríen en la cara?

Creo que nuestra inacción es un gran lujo que nos estamos dando. Esta idea de “yo no me meto”. ¡Noo, metete!.

No miremos a la dirigencia política como papá y mamá que vienen a solucionar todo. De hecho, vienen fracasando. Miremos a la dirigencia como administrador de una ciudad, de una provincia y de un país que nosotros queremos.

En psicología dicen que si algo no está bien, lo tengo que decir. Imaginen la fuerza que puede tener cada una de nuestras voces si se traducen en una sola. No perdamos la oportunidad de luchar.

Y cuando vean, una vez organizados, que la cosa se partidisa, córranse y corran a los que quieren el bien común. Armen una sociedad paralela. Una nueva. Vuelvan a convocar a los vecinos que realmente quieren conectar los problemas con la solución. Es una hora por semana. No sé, piénsenlo.