Por Cristian Riom.
El final de la “Belle Epoque” llegó con el desastre de la Gran Guerra en 1914, los ejércitos marchaban contentos a lo que parecía iba a ser otra guerra europea breve, que iba a dirimir quienes conservarían o no la supremacía imperialista, la excursión terminó con mas de 10 millones de muertos. Ese espíritu naïve forjado en las décadas precedentes por el liberalismo, el capitalismo y el positivismo llevado el extremo casi como un acto de fe hacia el progreso indefinido de la humanidad basado en la ciencia, había tenido un precedente simbólico dos años atrás con el hundimiento del “Titanic”. Expresión cabal de la soberbia humana, el transatlantico era catalogado como imposible de hundir, gigante alarde del desarrollo tecnológico de la época y como lección, terminó en el fondo del océano. Una pequeña pieza literaria de Morgan Robertson llamada “Futilidad” anticipaba 14 años antes y con sorprendente exactitud, el fracaso naval. La extensa obra de Charles Dickens retratando las miserias del capitalismo en la Inglaterra decimonónica y la aguda critica económica y social realizada por Marx en el mismo periodo marcaba claramente hacia donde se dirigía la humanidad en el corto y mediano plazo.
¿En aquellas épocas tenían Alexis de Tocqueville (“La democracia en America” 1835) o Julio Verne (“De la Tierra a la Luna” 1865) dones especiales para anticipar el futuro político y tecnológico del mundo? O eran grandes percepciones de lo que estaba al alcance de todos pero pocos querían ver.
En la actualidad estamos ante un punto de inflexión, las advertencias de intelectuales, científicos y artistas de todo el mundo sobre temas como el deterioro medioambiental, el peligro de una guerra nuclear o el destino de la inteligencia artificial (IA) parece no ser suficiente para moderar las acciones de quienes rigen nuestros destinos. En los últimos días vimos las preocupaciones de Elon Musk y cientos de expertos ante la aparición de “Chat GPT” y el acelerado desarrollo de la IA. ¿Es la humanidad quien se empeña en llegar a la profecía autocumplida? En los años 80 la pesadilla de James Cameron llega al cine en forma de advertencia, ¿estamos creando la “Skynet” del futuro? ¿Hacia donde nos lleva la ciencia, es el progreso indefinido un fin en si mismo? Aquella vieja frase de “Star Trek” que nos decía “El espacio, la ultima frontera” no era cierta, el ser humano se empeña en ir siempre mas allá en todas las dimensiones y parece ir mas rápido que sus propias capacidades.
Las lecciones de la historia deben ser aprendidas, las miradas de aquellos que nos señalan futuros posibles que no son deseables para las futuras generaciones deben ser atendidas o volveremos a capitanear “Titanics” una y otra vez con el consiguiente sufrimiento de millones de personas.