La falta de uso de preservativo explica el 98% de las infecciones. Es baja la proporción de adolescentes, jóvenes y mayores de 55 que los utiliza siempre.
El 14 de febrero es el Día Internacional del Condón, que en el país se conoce más bajo el nombre de preservativo. Pese a su probado nivel de protección frente al VIH y a otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), en la Argentina, es baja la proporción de personas sexualmente activas que los utilizan en todos sus encuentros sexuales.
“En 2020, solo el 3% de los adolescentes y el 10% los utilizó siempre; en 2021, su uso fue del 5% y del 13% en ambos grupos de edad. Puede ser que debido a la pandemia hubiera menos acceso a preservativos gratuitos por el aislamiento obligatorio –afirma Natalia Haag, directora de Testeo y Prevención de VIH de la ONG Americas Health Foundation (AHS) Argentina–. El problema no ocurre en grupos de menor edad. Entre los mayores de 55, solo el 17% utiliza siempre el preservativo, lo que explica un aumento de las nuevas infecciones por VIH a partir de la quinta década de la vida, y se diagnostican más avanzadas. Además, a esa edad no hay preocupación por un embarazo, porque las mujeres están en menopausia”.
En el Boletín de Respuesta al VIH e Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) de diciembre de 2023 se indica que 2020 (primer año de la pandemia) la tasa de los nuevos diagnósticos de VIH entre varones de 55 a 64 años fue de 7 por 100.000; en tanto en 2021 de 12.8/100.000 y en 2022 de 14/100.000. En las mujeres, esos nuevos diagnósticos en la misma franja de edad fueron de 3,3/100.000 en 2020, 4,7 en 2021 y 5.9/100.000 en 2022.
Sin embargo, hay un problema mayor: que tanto en varones como en mujeres se llega al diagnóstico en forma tardía o avanzada: el promedio de diagnóstico tardío es de 44,5% para todas las edades, pero en la franja de 55 a 64 años asciende al 58% en varones y al 55,6% en mujeres, es decir, más de la mitad. Las mujeres, por otra parte, ya llegan tarde a la detección en el grupo etario inmediatamente anterior: entre los 45 y 54 años, casi el 58% recibe un diagnóstico tardío.
“Se le apunta más a la juventud pero nos olvidamos que luego de 50 también somos sexualmente activos –agrega la médica de AHF–. Sin embargo, en una encuesta anónima que realizamos casi el 40% de los de más de 50 no quisieron responder si usaron o no preservativo. Existe la idea equivocada de que solo están en riesgo los más jóvenes”.
AHF organiza periódicamente campañas de detección del VIH en distintas ciudades del país y en lugares de concurrencia masiva (plazas, boliches, festivales). “No es que la gente venga a hacerse la prueba especialmente –dice Natalia Haag–. Lo más común es que estén por ahí y aprovechen la ocasión, ya que es un test rápido. El año pasado hicimos casi 25.000 tests y el 50% de las personas nunca se habían testeado. Los mayores vivieron más de cerca el inicio del VIH pero para muchos de ellos sigue siendo un tema tabú. En Argentina tenemos gran cantidad de diagnósticos tardíos, gente que vive hace años con VIH y no lo sabe, con sistemas inmunes debilitados. Por eso nuestra asociación no espera, hace una búsqueda activa”.
En el Boletín mencionado se evidencia un aumento de los nuevos diagnósticos de VIH en varones y mujeres de 55 a 64 años. “En la Argentina viven alrededor de 140 mil personas con VIH y el 13% lo desconoce. Cada año, hay alrededor de 5300 nuevos diagnósticos –dice Carina César, médica infectóloga e investigadora de Fundación Huésped–. La mayoría de esos nuevos diagnósticos son en hombres cis y lo que se ve es que desde 2012 a 2022 disminuyeron. Pero existe un segmento de 55 a 64 años, especialmente mujeres, donde se evidencia un alza de los nuevos diagnósticos en los últimos dos o tres años, aunque es menor que en 2012. Es una población que no sigue la tendencia a la baja del resto de los grupos”.
En cuanto al nivel educativo, el Boletín indica que “el diagnóstico de los varones mejora a medida que aumenta el nivel de educación. Sin embargo, esta relación no se presenta de la misma manera en las mujeres. Entre ellas, la mejor situación se encuentra entre quienes han completado la educación media (secundario) pero no han iniciado estudios superiores y nuevamente empeora el acceso al diagnóstico oportuno entre las que han completado estudios superiores”, aunque estos datos -se advierte- pueden estar influenciados por la falta de carga de información.
El riesgo de llegar tarde
José Luis Ippólito, presidente y fundador del Grupo Latinoamericano de Enfermedades Crónicas (Glec) afirma que aproximadamente el 10% de los nuevos diagnósticos de VIH ocurren en mayores de 55 años. Pero la preocupación mayor es que entre los 55 y 64 años más del 58% de los varones y del 55% de las mujeres no son diagnosticados en forma oportuna. Los porcentajes derivan de sumar el diagnóstico tardío (15,8% varones; 15,7% mujeres) o avanzado (42,6% varones; 39,9%, mujeres). En el caso de las mujeres trans de esa misma franja de edad todas reciben su diagnóstico en etapa avanzada.
El diagnóstico tardío ocurre cuando las defensas de la persona están bajas (CD4 menor de 350); enfermedad avanzada es cuando los CD4 son menor 200 y se presentan enfermedades marcadoras. El número de células CD4 en la sangre son cruciales para combatir las infecciones. A menor cantidad, mayor dificultades para que el sistema inmune defienda al organismo.
“No siempre la sintomatología inicial de la infección es clara: una persona puede no desarrollar síntomas, pero aun así transmite el virus –dice Ippólito–. Tal vez se presenta con decaimiento, alguna febrícula y no mucho más que eso y por eso no se le da importancia. Pero si el problema avanza y no es atendido pueden desarrollarse más frecuentemente ciertas manifestaciones clínicas, como diarrea crónica, candidiasis, tuberculosis, toxoplasmosis, neumonía por pneumocysti carinii y que una vez iniciado el tratamiento antiretroviral tengan una respuesta más reducida: a esa edad, el aparato inmune está más desgastado”.
El diagnóstico tardío es una oportunidad perdida para acceder a un tratamiento oportuno que hoy permite después de por lo menos seis meses volver intransmisible al virus por vía sexual. Además, actualmente existe posibilidad de realizar Profilaxis Pre exposición (PrEP) y post exposición (PPE) que permiten instrumentar esquemas de medicación antes o después de una posible exposición al VIH. “Pero no existe un conocimiento amplio sobre estos recursos ni cómo acceder a ellos”, remarca el presidente del Glec.
Carina César considera que la mayor expectativa de vida genera más actividad sexual entre los adultos mayores, que sin embargo “han recibido poca educación sexual y entonces en el caso de relaciones heterosexuales al no existir la posibilidad de un embarazo y no tener percepción del riesgo de ITS no están habituados a hablar con la pareja o a solicitar el uso del preservativo: las chicas más jóvenes están más empoderadas en este sentido”.
La investigadora de la Fundación Huésped también advierte que deberían existir políticas específicas de prevención sobre esta población de adultos mayores de 50 años para motivarlos a que se informen y que se hagan el análisis de VIH. “Existe una concepción general sobre que las personas grandes no tienen sexo y los médicos suelen no preguntarle por la vida sexual a los mayores. No tienen formación para hablar de estos temas con los pacientes, les resulta incómodo, o tal vez no hay tiempo en la consulta”.
“Lo mejor que puede pasarle a una persona que tiene el virus es saberlo –afirma Natalia Haaf–. La prueba rápida demora unos 15 minutos y si bien no tenemos falsos positivos el diagnóstico es preliminar: hay que confirmarlo a través de la detección de la carga viral y los CD4. La idea es avanzar en la estrategia ‘test and treat’, es decir, testear, diagnosticar, recibir atención médica e indicar tratamiento antiretroviral de inmediato, en el mismo día, algo que AHF ofrece en sus centros comunitarios de Caba (San Martín 899) y Rosario (Avda. Pellegrini 341), en forma totalmente gratuita”.
Fuente: diario La Nación