Por Martín Sperati
En un escenario político donde las acusaciones y las dudas parecen saltar a la orden del día, la reciente declaración de la Oficina Anticorrupción sobre Javier Milei y su vínculo con la criptomoneda Libra representa un punto de inflexión que merece ser analizado con escepticismo y atención. Según la dependencia oficial, Milei no habría cometido delito alguno en relación con dicha iniciativa, una información que, si bien puede parecer favorable para el dirigente libertario, invita a una reflexión más profunda sobre la transparencia y la credibilidad en la gestión pública.
Según detalla el artículo 1, Milei “no infringió la Ley N°25.188 de Ética en el Ejercicio de la Función Pública por la difusión del proyecto privado ‘Viva la Libertad Proyect’, efectuada el 14 de febrero de 2025 a través de su cuenta personal en la red social X @JMilei”.
El argumento fue el mismo que usó el propio Milei y su entorno para defenderse públicamente al considerar que la acción no fue en condición de Presidente, sino como un simple ciudadano más; la OA utiliza la palabra “difusión”, y no “promoción”, para referirse al hecho que hizo tambalear al Poder Ejecutivo a comienzos de este año.
El 14 de febrero de 2025, el presidente argentino publicó en su cuenta de X (antes Twitter) un mensaje promocionando la criptomoneda $LIBRA, destacándola como una herramienta para financiar pequeñas y medianas empresas.
La publicación provocó una rápida escalada en el valor del activo digital, que pasó de 0,3 a 4,65 dólares en cuestión de minutos. Sin embargo, horas después, el valor de $LIBRA se desplomó, generando pérdidas significativas para más de 44.000 inversores.
El escándalo, conocido como “Criptogate”, desató una ola de denuncias y pedidos de juicio político contra Milei, acusándolo de estafa y asociación ilícita. La oposición, liderada por Unión por la Patria, impulsó acciones judiciales y legislativas para investigar el rol del presidente en la promoción de la criptomoneda.

La decisión de la Oficina Anticorrupción de descartar irregularidades en este caso resulta, por decirlo suavemente, sorprendente. En un contexto donde las sospechas de corrupción y manejos oscuros han empañado a la política argentina en múltiples ocasiones, cada pronunciamiento que minimiza o exonera a un actor público debería ser sometido a un análisis crítico. ¿Se trata de una evaluación basada en evidencia sólida, o se filtra una postura complaciente frente a figuras que, por sus ideas y propuestas, generan rechazo en sectores de la ciudadanía?
Queda claro que Milei, con su discurso antielitista y su postura libertaria, ha desafiado las estructuras tradicionales del poder y la corrupción arraigada en el sistema político argentino. Sin embargo, la valoración de casos concretos como el de Libra no debe quedar reducida a una simple afirmación de inocencia, sino que debe ser sometida a un escrutinio riguroso que garantice transparencia y justicia.
El caso de Libra, una criptomoneda que busca revolucionar las finanzas en el país, debe entenderse en un marco de regulación y ética. La vida pública del mandatario conlleva la responsabilidad de demostrar que sus acciones, proyectos y asociaciones sean conducidos con total legalidad. Cargar con dudas y sospechas puede socavar la confianza democrática y abrir la puerta a la desinformación.
Por lo tanto, si bien la Oficina Anticorrupción ha concluido que no existe delito en estas vinculaciones, la ciudadanía requiere mucho más que declaraciones oficiales para sentirse segura. Es imprescindible mantener una vigilancia activa, fomentar la transparencia y exigir que las investigaciones sigan su curso sin presiones ni favoritismos.
En definitiva, la declaración de la Oficina Anticorrupción no debe ser la última palabra. La historia política argentina nos recuerda que la verdadera lucha contra la corrupción pasa por decisiones transparentes, denuncia de irregularidades y el compromiso genuino de todos los actores con la ley y los valores democráticos. Solo así podremos recuperar la confianza en nuestras instituciones y avanzar hacia un país más justo y honesto.