Por Martín Sperati
La ley de “Ficha Limpia” dejó vencedores y vencidos, pero, fundamentalmente dejó ver con claridad el “principio de revelación“, el que tanto pregona el presidente, Javier Milei en su intento con despegarse con “la casta política y sus negociados”.
El proyecto de ley fracasó en su intento de tratamiento, ya que un conjunto de diputados libertarios y del PRO no dieron quórum. Se derrumbó así, como un castillo de naipes, el discurso de apertura de sesiones cuando el propio Milei decía que los condenados en segunda instancia no iban a poder presentarse a elecciones. Principio de revelación.
Sin embargo, hay un tema subyacente que nos obliga a analizar. ¿Porqué Milei avaló esto? ¿Hay un pacto con el Cristinismo? en principio son solo conjeturas. Ayer Francos ensayó un argumento contrafáctico al decir que “Milei prefiere ganarle a Cristina en las urnas y no sacarla del juego para no victimizarse“.
Es interesante este argumento, dado que Cristina nunca dijo que iba a participar en las próximas elecciones, al menos por ahora. Pero, hay algo más sustancioso en todo esto, que es que el episodio puede fragmentar al oficialismo, de hecho, ya hubo fuertes cruces entre el PRO y la Libertad Avanza en redes sociales con acusaciones que pueden terminar en ruptura.
Hoy Milei no cuenta con gobernadores, tiene un puñado de legisladores propios y sus aliados del PRO que ayudan a sacar las leyes y a negociar o frenar aquellas normas que plantea la oposición.
Cristina, casi sin proponérselo, termina logrando su cometido, si su intención es jugar electoralmente, dado que el oficialismo pierde peso al atomizarse. Esto pone en juego a la doctora, que a estas alturas, intenta negociar con Axel para ofrecer una alternativa justicialista superadora.
El “peluca” la pone en cancha, ya dijo que quiere clavar su ataúd político. ¿Arriesgado? Puede ser. Recordemos que Macri también quería lo mismo y no se animó.
El poder es un juego de suma cero. Por ahora Milei lo tiene. No la subestimen.
