Fernando Báez Sosa (18) sufrió múltiples lesiones por trompadas y patadas en la cabeza y el abdomen.
Fernando Báez Sosa (18) no pudo defenderse. Ya había caído al piso, producto de una trompada en la cara, cuando los rugbiers lo atacaron sin piedad. Piñas. Patadas. En la cabeza, en el abdomen. Todo ese combo de violencia derivó en hemorragias internas y en “un shock neurogénico”, es decir, un daño al sistema nervioso a causa de los golpes en el cráneo que resultó mortal.
Según publicó el diario Clarín, la autopsia fue realizada el pasado 18 de enero por un médico de la Policía Científica, el mismo día del homicidio, cuyos detalles son estremecedores. Sin embargo, para el médico forense Mariano Narciso Castex, “es pobre, rutinaria y omite profundizar en la causa de muerte”.
El documento, que fue entregado el 22 de enero a la fiscal Verónica Zamboni, señala que Fernando murió “en forma traumática producto de un paro cardíaco traumático por shock neurogénico producido por múltiples traumatismos de cráneo que generaron hemorragia masiva intracraneana intraparenquimatosa sin fractura ósea”.
“Las muertes son naturales o violentas. Dentro de las violentas hay tres variedades: homicida, suicida o accidental. Una muerte traumática es una muerte violenta. Aunque parezca una obviedad, el médico tiene que certificar todo esto, y en este terrible caso de Villa Gesell está claro que fue una muerte traumática, no natural”, explicó a este diario el criminalista Raúl Torre.
Asimismo, especificó que “los traumatismos de cráneo, dentro del cerebro, en las meninges, provocaron una cantidad de hemorragias que dieron lugar a una afectación que hizo que la vida fuera incompatible”.
Las frías palabras en el informe dan cuenta de que Fernando recibió una brutal paliza. La hemorragia intraparenquimatosa constituye la primera causa por hemorragias cerebrales. Si bien no se consignan fracturas óseas, el ataque fue dirigido principalmente a la cabeza y el abdomen.
También se observaron “múltiples escoriaciones y equimosis en región maxilar y cara lateral de cuello, entre las que se distinguen dos improntas de pie calzado”, cuyos resultados se esperan para las próximas horas.
La equimosis implica una lesión vital, o sea que no puede ser post mortem. Báez Sosa las sufrió estando aún con vida sobre la avenida 3 y el Paseo 102. Luego quedó inconsciente, le hicieron maniobras de Reanimación Cardio Pulmonar (RCP) afuera del boliche Le Brique y a las 6 de la mañana del 18 de enero decretaron su muerte en el hospital de Villa Gesell.