Toma distancia de la interna con Cristina Kirchner. La Argentina es uno de los seis países invitados. Tendrá una bilateral con el canciller Olaf Scholz y participará el lunes de dos plenarios.
El presidente Alberto Fernández emprenderá esta noche su viaje rumbo a Alemania, para participar como invitado de la 48° Cumbre del G7, que se realizará en el castillo de Elmau, en los Alpes Bávaros, a casi cien kilómetros de Múnich. El G7, integrado por Estados Unidos, Canadá, Italia, Francia, Reino Unido, Japón y Alemania, se realizará en esta oportunidad bajo la presidencia de este último. Y fue precisamente el canciller alemán, Olaf Scholz, quien invitó a Fernández a participar como invitado del encuentro, en mayo pasado cuando mantuvieron una reunión bilateral en medio de la gira europea de Fernández, que incluyó también España y Francia.
La cumbre se realiza entre este domingo 26 y martes 28 y además de Argentina, único país sudamericano convocado, los otros países invitados fueron India, Indonesia, Sudáfrica, Senegal y Ucrania, cuyo presidente Volodímir Zelenski, confirmó su presencia de forma virtual. Se trata de un hecho de magnitud histórica, dada la guerra que atraviesa ese país desde fines de febrero cuando fue invadida por Rusia. El conflicto bélico es central en el encuentro, donde se espera que se hagan “propuestas concretas” para aumentar la presión sobre Rusia.
En lo que se refiere a Argentina, según pudo reconstruir LA NACION de fuentes oficiales, aun no hay nada todavía definido, pero se adelantó que Fernández “irá en la línea de siempre”. En ese sentido se espera entonces que el mensaje que Fernández lleve a la Cumbre tenga que ver con la posibilidad de que Argentina se transforme en un proveedor estable de alimentos y energía para Europa. En tanto que en cuanto a lo que sucede con la guerra en Ucrania, el mandatario haría hincapié nuevamente en la idea de América como una zona de paz y a su vez, como dijo ayer en la Cumbre BRICS, que las guerras en el norte tienen sus consecuencias en el sur.
Fernández tendrá agenda de actividades domingo como lunes, día en que se trasladará en helicóptero desde Múnich hasta el castillo de Elmau, donde mantendrá una reunión bilateral con Scholz, otra con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen y participará de dos reuniones plenarias del G7, además de un almuerzo de trabajo y una cena ofrecida por el canciller alemán con todos los jefes de Estados presentes.
El viaje de Fernández se enmarca en una agenda internacional que logró llevar al mandatario de gira por Europa, en mayo; a la Cumbre de las Américas, en junio; a la de BRICS, ayer, de forma virtual, y ahora al G7. Y que para julio tiene en vistas encuentro del Mercosur y una reunión bilateral con Joe Biden, presidente de Estados Unidos.
Ese volumen y proyección que se le quiere dar a nivel internacional contrasta con el convulsionada panorama local que no solo incluye a la feroz interna oficialista sino también el conflicto por el gasoil, la preocupante situación de las reservas y los reclamos de los movimientos sociales, entre otros puntos que se suman al conflictivo escenario económico marcado por los altos niveles de inflación.
Al viaje Fernández se trasladará acompañado de una comitiva integrada por Cafiero, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello; la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz; la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti y el embajador de Argentina ante los Estados Unidos, Jorge Argüello.
La presencia de Massa repite un patrón. Fernández ya lo invitó a ser parte de su comitiva a comienzos de este mes, cuando viajó a la Cumbre de las Américas, en Los Ángeles. En este caso se suma que Massa viajará luego de que esta semana se hiciera trascender que desde su propio espacio político, el Frente Renovador, le pedían que “emplace” al Presidente en busca de cambios en el gabinete y la gestión.
La cumbre del G7
La Cumbre, con la presidencia de Alemania, que la ejerce desde comienzos de este año, es bajo el lema: “Progreso hacia un mundo equitativo”. Antes que se desatara la invasión de Rusia a Ucrania, los temas prioritarios del encuentro eran la protección del clima, la lucha contra la pandemia de covid-19, y la cooperación internacional. “Usaremos nuestra presidencia para hacer de este círculo de países una avanzada de economías climáticamente neutras y un mundo justo”, dijo Scholz, en su discurso de Año Nuevo, algo menos de 50 días de que estallara la avanzada del presidente ruso Vladimir Putin sobre territorio ucraniano.
La presidencia del G7 son rotatorias y mientras que en 2020 y en 2021 estuvo en manos de Estados Unidos y el Reino Unido respectivamente, este año es de Alemania y las que vienen serán en Japón e Italia.
El G7 tiene sus orígenes en 1975 como un foro informal donde se daban cita los líderes de los principales países del mundo. Pero con el correr de los años se convirtió en una plataforma para determinar el rumbo del discurso multilateral y diseñar políticas a los retos mundiales.
En 2015, cuando también ejerció la presidencia Alemania se eligió al igual que ahora el castillo de Elmau, en los Alpes bávaros. Se trata de un hotel de lujo ubicado a unos 100 kilómetros al sur de Múnich y cerca del monte Zugspitze, la montaña más alta del país.
El lugar tiene, además de una infraestructura de lujo e ideal para un evento de esta magnitud, la posibilidad de disponer un imponente sistema de seguridad, teniendo en cuenta que allí estarán presentes los principales líderes del mundo.