A nivel nacional nació el colectivo #AdoptenNiñesGrandes, con el objetivo de visibilizar historias de madres y padres (parejas o personas solas) que también quieren formar una familia. ¡Mirá la historia de Griselda!
Por: Chechu Cómer
Recientemente, el Registro Único de Aspirantes a Guardas con fines Adoptivos (RUAGA) realizó una convocatoria especial para la adopción de adolescentes de 10 años en adelante. Esos niños y niñas, hoy institucionalizados, forman parte de los 2.200 menores, que a partir de los 7 años se les dificulta encontrar una familia. Y no hablamos de números, sino de infancias, de sueños y de futuro, de ganas de jugar y de crecer rodeados del amor familiar que, por el momento, están en suspenso.
A nivel nacional nació el colectivo #AdoptenNiñesGrandes, con el objetivo que visibilizar historias de madres y padres (parejas o personas solas) que también quieren formar una familia. Es que de eso se trata, de personas que se adoptan mutuamente y que entienden que formar una familia también es su derecho. Sin embargo, hay muchos miedos, mitos y desinformación que hace que el 90% de quienes se inscriben para adoptar elijan a bebés o menores hasta 5 años.
Griselda Ourteyar comenzó con el proceso de adopción en septiembre de 2020. Cuando el mundo vivía en el caos de lo desconocido por la Pandemia; ella tenía una luz de esperanza que guiaba todo y sólo fue cuestión de animarse. La integrante del colectivo #AdoptenNiñesGrandes contó su historia en Despacho Play y afirmó que “la decisión de adoptar dio vueltas en mi cabeza mucho tiempo. Un día decidí que ya no podía esperar. Tuve que cambiar cosas en mi vida, tomar decisiones y seguir adelante. Me inscribí en RUAGA, pasé por las entrevistas, salió la resolución que estaba en condiciones de adoptar y a los 2 años, más o menos, me llamaron que ya estaba Mili”.
Griselda adoptó a Mili y Mili adoptó a Griselda, y el primer encuentro en el Parque del Sur fue maravilloso: “fue inolvidable. Me acompañó un equipo de RUAGA y a Mili un equipo de la Subsecretaría de la Niñez. Yo la veía de lejos, me dijeron quién era. Ella se vino caminando, me abrazó y ese día supe que no nos íbamos a separar. Es así, se siente. No hay otra manera”.
Los mitos, miedos y la desinformación se llevan puesto la ilusión de miles de niños, niñas y adolescentes que esperan un hogar. Al respecto, Griselda explicó que “no es difícil. Es como toda familia, como todo hijo. Son procesos. El vínculo familiar va creciendo cuando uno tiene empatía, está dispuesto a escuchar, a acompañar, a esperar, por supuesto con mucho amor que es lo que estos niños necesitan”. Y sentenció, “con amor todo se puede”.
El resto de la historia se escribe en el día a día, con los desafíos propios y cotidianos que viven quienes están a cargo de una crianza. Ni más ni menos. Pero hay momentos que son especiales y merecen mantener esa magia: los cumpleaños, las navidades y la primera vez que mencionan la palabra mamá. “Fue un día –recuerda emocionada- que hacíamos la tareas juntas. No recuerdo qué tenía que contestar… ella respondió y me mostró: ´Griselda es mi mamá´”. Todo está dicho. Y lo bueno se comparte. Seguramente ése fue uno de los tantos momentos que nuestra entrevistada compartió en el grupo de WhatsApp de la comunidad #AdoptenNiñesGrandes, integrado por más de 110 familias, donde se acompañan en los momentos dulces y no tanto, que atraviesan las familias adoptantes.
Desde allí también impulsan las deudas que el sistema mantiene con ellos: la principal, la necesidad de acceder a los expedientes de los niños y niñas que les permita conocer más sobre su historia personal, su origen, aspectos relacionados a su salud y sus procesos de aprendizajes, entre otras cuestiones que son parte de su identidad. “Mili –afirmó Griselda- ahora empezó a preguntarme algunas cosas de su infancia y yo no tengo respuestas. Las voy a tener cuando tenga su expediente”.
La historia de Griselda y Mili es una de las tantas que se pueden leer en los hilos de Twitter bajo el hashtag #AdoptenNiñesGrandes. Son familias, tan simples y complejas como todas. Son niños, niñas y adolescentes que sueñan e imaginan su familia, que las describen en cartas y cuentan cómo les gustaría que sea su nueva vida. Pero también son madres y padres que deciden manifestar el amor de esta manera. Es el deseo lo que los une y el derecho a formar una familia y tener una vida feliz.