La empresa de Elon Musk ha inaugurado una fábrica de baterías Megapack -de almacenamiento de energía- de 200 millones de dólares en Shanghái, reforzando así su inversión en China a pesar de la escalada de tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Es la primera de este tipo fuera de Estados Unidos.
En sólo siete meses, el gigante estadounidense construyó una planta capaz de producir 10.000 Megapacks al año. Estas baterías de alta capacidad se utilizan para estabilizar las redes eléctricas y pueden suministrar energía a 3.600 hogares durante una hora.
Pero la apertura de la planta se produce en medio de un conflicto comercial entre Pekín y Washington. China acaba de imponer derechos de aduana al carbón y al gas licuado estadounidenses, al tiempo que ha iniciado investigaciones sobre Google y Nvidia. Por su parte, Donald Trump ha subido los impuestos a las importaciones chinas y ha impuesto nuevos aranceles del 25% al acero y al aluminio.
La posición única de Elon Musk
A pesar de estas tensiones, Tesla sigue siendo un actor clave en China, donde el mercado de baterías es el más desarrollado del mundo. Pero la competencia es dura: la china BYD superará a Tesla en producción de vehículos eléctricos en 2024.
Esta decisión pone de relieve la posición única de Elon Musk, que tiene que encontrar un equilibrio entre su papel como CEO de Tesla y como miembro de la administración de Donald Trump. Algunos ven a Elon Musk como un posible mediador en la guerra comercial, aunque su influencia siga siendo limitada frente a la línea dura de Washington.