Óscar Arias, el hombre más laureado del país centroamericano, afronta a los 78 años una cascada de duras acusaciones por abuso sexual
Hace unas semanas en una recepción a diputados del Partido Liberación Nacional (PLN) en su casa, el expresidente de Costa Rica Óscar Arias dejaba ver su ánimo desbaratado. Una causa judicial por presunta prevaricación le colocaba, a sus 78 años. en el banquillo de los acusados. Acostumbrado a vivir de las glorias de su Nobel de la Paz de 1987, de sus 70 doctorados honoris causa por todo el mundo y de la versión dulce de las dos ocasiones que gobernó en este país centroamericano que siempre se le quedó pequeño, era un duro golpe para Arias.
La sospecha judicial por corrupción era lo peor que le podía ocurrir a un político acostumbrado a ganarlo todo, pensaba. Pero estaba equivocado: lo peor estaba por venir. El lunes de la semana pasada, dos periodistas del semanario Universidad le pidieron su versión sobre el relato de una activista antiarmas que estaba en ese momento denunciándolo ante la Fiscalía por algo peor que violar las leyes: violarla a ella.
Arias no contestó y horas después, el martes por la mañana, el periódico publicó la noticia. En menos de dos horas estaba dando la vuelta al mundo: Alexandra Arce von Herold aseguraba que el exmandatario costarricense, adalid de la paz y ejemplo de éxito político, la había atacado sexualmente durante una visita que ella hizo a su casa para pedirle apoyo en la causa contra el armamento nuclear.
En los dos días siguientes, cuatro mujeres más contaron por distintas vías experiencias de violencia o acoso sexual que, aseguran, vivieron con el expresidente incluso antes de tener fama internacional. Una segunda acusación penal llegó al final de esta semana: la ex reina de belleza Yasmín Morales relató cómo Arias la contactó por redes sociales en 2015, la invitó a su casa para regalarle un libro suyo y allí le tocó los senos y la besó a la fuerza. Su abogado dice que ve “cierto patrón de conducta” sexual. Morales no lo inculpó antes, afirma, porque nadie le hubiera creído. Pero ahora ve un ambiente distinto; un ambiente que es, también, un infierno para Arias.
La noticia causó sorpresa en los círculos políticos ticos señaló el diario español El País. Por el contenido y, sobre todo, por el atrevimiento de denunciar y divulgar: nadie imaginó que Arias alcanzaría a ver publicadas historias relacionadas a la incontinencia sexual que por décadas había sido objeto de rumores entre sus fieles, sus conocidos y sus críticos. Era parte de la leyenda del personaje Arias, un rasgo que entre sus colaboradores se señalaba como una simple travesura humana cometida por una figura de otra atmósfera, lejos de los actos de violencia sexual de los que ahora le acusan una doctora y una ex reina de belleza.
“Rechazo categóricamente las acusaciones que se me hacen. Nunca he actuado irrespetando la voluntad de ninguna mujer. En mi vida pública he impulsado la igualdad de género, pues considero que es indispensable para lograr una sociedad más justa y equitativa”, expresó Arias en un escueto comunicado tras la segunda denuncia.
El PLN ya anunció que el expresidente decidió dejar el partido al que pertenece desde hace 50 años mientras atiende los procesos judiciales. El 28 de enero, una semana antes de la cascada de acusaciones sexuales, se confesaba ante periodistas dolido por la posibilidad de ir a juicio por prevaricación y culpaba a otros de querer dañarle su imagen internacional. “Yo no creo que haya habido en la historia, en 117 años de entregarse el premio Nobel a diferentes personas, que alguno de ellos haya sido acusado ante los tribunales. Yo he sido el primero y eso por supuesto que me duele”. También es el primero en ser acusado de violación y abuso sexual.