Los bolivianos están llamados a las urnas hoy domingo 17 de agosto para unas elecciones generales que podrían marcar un punto de inflexión en su historia. Agobiada por una crisis económica sin precedentes y por la fragmentación de la izquierda en el poder desde hace casi veinte años, Bolivia parece lista para cerrar un ciclo político que el ex presidente Evo Morales abrió en 2006.
Los bolivianos acuden a las urnas este domingo para una votación con importantes implicaciones y un resultado incierto. Cerca de ocho millones de votantes están llamados a elegir al presidente, al vicepresidente, a los 130 miembros de la Cámara de Diputados y a los 36 miembros de la Cámara de Senadores. Las mesas electorales abrirán a las 8 de la mañana (12:00 GMT) y cerrarán a las 16:00, hora local. El voto es obligatorio. Ocho candidatos compiten por la presidencia, en un contexto marcado por tensiones sociales y una delicada situación económica.
Las últimas encuestas anuncian una carrera muy reñida concentrada en dos candidatos de derecha: el millonario de centro-derecha Samuel Doria Medina, de 66 años, a la cabeza de las encuestas, y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, de 65 años. Ambos prometen desmantelar el legado socialista de Evo Morales y defienden un plan de choque que incluye recortes en el gasto público y una mayor apertura a la inversión privada.
Si estos dos favoritos dominan las intenciones de voto, ninguno parece capaz de ganar en la primera vuelta. Se anuncia entonces una probable segunda vuelta el próximo 19 de octubre. Según las últimas proyecciones de la encuestadora Unitel, ninguno de los ocho candidatos presidenciales supera el 22% de intención de voto. El alto porcentaje de votación indecisos, que representaría casi una cuarta parte, hace que el resultado sea particularmente incierto. Una configuración así contrasta con las elecciones anteriores, donde un candidato se destacaba claramente como favorito.
Inflación, la más alta en 40 años
La crisis económica y las soluciones para combatir la inflación han monopolizado el debate. La escasez de combustible, la depreciación del boliviano –la moneda local– en el mercado paralelo de divisas y la frágil economía forman parte de la larga lista de preocupaciones de los bolivianos. En dos años, la situación se ha deteriorado hasta el punto de alcanzar una inflación récord del 25% en julio. Esto se explica, en particular, por la falta de dólares en Bolivia, lo que provoca escasez de combustible, escasez de productos básicos e insatisfacción generalizada. El pan, en particular, se vuelve cada vez más escaso, símbolo de la difícil vida diaria de millones de bolivianos.
Este desastre surgió de la carrera electoral el presidente saliente Luis Arce, a quien se le señala como el responsable de esta crisis. Su decisión, que tomó en mayo, también sucede en un contexto de tensiones internas que sacuden al Movimiento al Socialismo (MAS), el partido gobernante, y que ahora lo oponen directamente a Evo Morales.
Partido debilitado y dividido
Salvo sorpresa, la izquierda podría sufrir así su mayor revés electoral desde su llegada al poder en 2006 con Evo Morales, presidente hasta 2019, antes de apoyar a su exministro Luis Arce en 2020.
“La probable derrota de la izquierda en estas elecciones está relacionada, por un lado, con la crisis económica y, por otro, con la fragmentación del partido en el gobierno, que durante 20 años fue un partido monolítico”, observa Salvador Romero, expresidente del Tribunal Supremo de Bolivia e investigador de la Universidad Católica Boliviana de La Paz.
El MAS se presenta, en efecto, a estas elecciones como una fuerza política debilitada y dividida, con un apoyo electoral en declive.
Dos figuras de su partido se presentan: el exministro de gobierno, Eduardo Del Castillo, y el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, ambos de 36 años. Pero estos dos últimos se quedaron atrás durante la campaña. Para intentar seducir a una parte del electorado que se ha inclinado a la derecha, Andrónico Rodríguez ha centrado su programa en los votantes rurales y en propuestas de “austeridad inteligente” destinadas a reducir el gasto público y dar prioridad a los más desfavorecidos.
Evo Morales sigue siendo influyente y no ha apoyado a ninguno de los dos candidatos. En este clima tenso, la figura histórica de la izquierda boliviana, impedida de presentarse debido al límite de mandatos, llamó a sus seguidores a votar en blanco y dijo que habría movilizaciones en las calles.
Fuente: Rfi Internacional

