Miles de personas aguardan en la Plaza San Pedro la salida al balcón del sucesor de Francisco. Consiguió dos tercios de las adhesiones entre los 133 electores en la Capilla Sixtina.
El cardenal estadounidense Robert Francis Prevost Martínez ha sido elegido como papa en el Cónclave para suceder a Francisco. A sus 69 años atesora una amplia trayectoria que le ha llevado en los últimos años a estar cerca del Pontífice fallecido que le nombró en 2023 prefecto del Dicasterio para los Obispos, el órgano que se encarga de la selección y nombramiento de los obispos.
Nacido el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Prevost ingresó a la Orden de San Agustín en 1977 y fue ordenado sacerdote en 1982. Su trayectoria incluye una licenciatura en Ciencias Matemáticas por la Universidad de Villanova, una maestría en Divinidad por la Catholic Theological Union de Chicago, y un doctorado en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma.

Robert Prevost, un misionero con raíces profundas en América latina
En 1985, Prevost fue enviado como misionero a Perú, donde desempeñó diversos roles pastorales y formativos, incluyendo la dirección del seminario agustiniano en Trujillo y la enseñanza de Derecho Canónico en el seminario diocesano.
Su dominio del español y su comprensión de la realidad latinoamericana le han conferido una sensibilidad especial hacia las comunidades de la región. En 2015, fue nombrado obispo de Chiclayo, consolidando su vínculo con el país andino.
Su experiencia en Perú no solo fortaleció su perfil pastoral, sino que también le otorgó la nacionalidad peruana, convirtiéndolo en un puente entre el norte y el sur del continente americano. Esta dualidad cultural y lingüística es vista como una ventaja significativa en un contexto eclesial que busca mayor inclusión y representatividad global.
En enero de 2023, el Papa Francisco nombró a Prevost prefecto del Dicasterio para los Obispos en la Curia Romana, responsable de asesorar al Papa en la elección y nombramiento de los nuevos obispos en todo el mundo.
Este rol le ha permitido tener un impacto directo en la configuración del liderazgo eclesiástico a nivel mundial. En septiembre del mismo año, fue creado cardenal, consolidando su posición en el Colegio Cardenalicio.
Su enfoque moderado y su habilidad para generar consensos entre distintas corrientes dentro de la Iglesia han sido destacados por observadores vaticanos. Además, su perfil discreto y su capacidad de trabajo en equipo lo han convertido en una figura respetada tanto por sectores progresistas como conservadores.