El gigante asiático parece percibir, al menos temporalmente, las consecuencias de la reconfiguración de su matriz energética, algo que podría golpear duramente a la economía más grande de Asia justo cuando la crisis de Evergrande.
Días no tan sencillos se viven en el gigante asiático que, sumado a la crisis de la inmobiliaria Evergrande, transita desde hace varias jornadas entre cortes de luz y la incapacidad de satisfacer la demanda energética de su población y producción industrial.
Esto comenzó sobre el cierre de la semana pasada cuando los cortes de energía esporádicos y el racionamiento transitaron a la peor crisis energética de China en una década, con fábricas cerradas, redes de comunicaciones interrumpidas y comerciantes obligados a volver a las velas, en tanto su negocio se lo permita.
20 de las 31 provincias de China están siendo afectadas por una combinación de varios factores como el aumento de los precios del combustible; la alta demanda energética a partir de una rápida recuperación post pandemia; la escasez de carbón y los intentos de la segunda economía del mundo de hacer cumplir los nuevos objetivos de emisiones de dióxido de carbono.
Ahora bien, ¿cuáles son las razones o los motivos que explican esta crisis energética? Desde lo coyuntural, el hecho de que la necesidad de energía se disparó gracias a la recuperación económica de China, superando en la primera mitad de 2021, la demanda de energía en tiempos prepandémicos.
Algo que va acompañado de un proceso similar de sus clientes comerciales porque así como la economía del gigante asiático se basa en la exportación de bienes fabricados por su sector industrial, la demanda de productos chinos aumentó a medida que las economías de todo el mundo se reabrieron y, consecuentemente, así lo hizo la demanda energética.
Desde lo estructural hay una realidad y es que China es el principal consumidor mundial de carbón, así como el mayor productor mundial de gases de efecto invernadero. A partir de esto Beijing hizo de la reducción de las emisiones de carbono del país una prioridad máxima, con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono para 2060.
China redujo la proporción de electricidad generada por la quema de carbón de más del 80% en 2017 al 56% en la actualidad, pero el aumento de la energía generada por medios eólicos y solares, no logra, y esto queda evidenciado hace varias jornadas, cubrir la brecha en cuestión.
A lo coyuntural de la recuperación económica post pandemia y lo estructural de los objetivos de cara al 2060 está lo simbólico y es que el 4 de febrero del 2022 Beijing va a ser la sede de los Juegos Olímpicos de invierno y Xi Jinping quiere mostrarle al mundo un cielo azul que contraponga a esa humareda de smog siempre presente en la capital china.
Es posible que China esté, al menos temporalmente, transitando las consecuencias de la reconfiguración de su matriz energética, algo que podría golpear duramente a la economía más grande de Asia justo cuando la crisis de Evergrande envía choques a su sistema financiero.
Fuente: Agencias AFP y Reuters