Así lo contó Darío Rubén Ebertz, el chofer que manejó la tarde en la que los jugadores xeneizes fueron agredidos mientras llegaban al Monumental a disputar la final fallida de la Copa Libertadores.
El Superclásico del próximo domingo no será uno más. Será el primero luego de la final de la Copa Libertadores en Madrid y marcará, sobre todo, el regreso de Boca al Monumental luego de la agresión que sufrieron los jugadores cuando arribaron al estadio para disputar la final fallida.
Con los inevitables recuerdos de los vidrios del micro rotos y varios futbolistas heridos, el Xeneize tomó los recaudos suficientes para volver a Núñez.
Así lo contó el propio Darío Rubén Ebertz, chofer del micro de Boca desde hace más de 10 años, quien en diálogo con el Diario Olé contó que “llevaron un auto al predio de Boca en Ezeiza con los mismos vidrios blindados que se le pusieron al micro y hasta los mismos jugadores le pegaron con una maza y no se rompen”.
Y detalló: “Se rompe el vidrio de la parte de afuera, se astilla, pero para adentro no pasa nada. Tiene doble vidrio con una lámina de espesor muy gruesa en el medio. Y eso no deja que la piedra que impacta pase para el otro lado. Pero mirá que le pegaron fuerte, eh”.
Aquella tarde, por un botellazo, Ebertz tuvo que soltar el volante y la historia no terminó en una tragedia de milagro. Por eso, volver a esa cancha será algo diferente. “Me genera una sensación muy rara, extraña. Aunque creo que esta vez no pasará nada. Porque si ocurre algo es para que se desmadre todo de nuevo, si volvemos a lo mismo es como que no aprendimos nada”, sentenció.