El sabalero le ganó 2 a 0 a Dep. Morón. Con este resultado queda como único puntero.
Con redacción de El Litoral.
Indiscutible, inobjetable, merecido y coronado por la jerarquía y eficacia de sus jugadores. Así fue el triunfo de Colón, que estuvo en función dominante durante gran parte del encuentro y apenas se lo vio apurado y desbordado en el final. Nada que hiciera peligrar el triunfo y, mucho menos, esos merecimientos que acumuló de manera sobrada durante el primer tiempo (que fue bastante bueno) y parte del segundo.
Hubo un protagonista impensado: el campo de juego. La lluvia lo dejó bastante maltrecho, situación que conspiró desde el minuto inicial contra aquellos que intentaron jugar por abajo y asegurando el dominio de la pelota, algo que para Colón resulta indispensable.
La idea de un partido bien físico, achicando espacios en todos los sectores de la cancha, que propuso Deportivo Morón, parecía imponerse. ¿Qué había que hacer?, desprenderse rápidamente de la pelota y tratar de abrir la cancha por los laterales, capitalizando pelotazos largos para saltar líneas y así evitar el amontonamiento que favorecía los intereses del local.
En ese trámite confuso, desordenado y sin espacios, Lago metió un lindo pase para Guille, que remató con violencia desde buena posición y motivó una gran atajada de Rojas. Fue un oasis en medio de ese “desierto futbolístico” de un partido mal jugado y, por momentos, demasiado ordinario.
Y fue Guille nomás, el que se metió a las espaldas de Henry, hizo la personal y definió en gran forma, con un remate de zurda que dejó sin chances a Rojas. Facturó el hombre en el que Delfino confió para que sea el conductor del ataque sabalero. Y lo hizo por el sector elegido para encontrar profundidad (el derecho del ataque rojinegro) y por el mejor jugador (Guille) que en esa primera media hora tenía el partido.