El presidente, Javier Milei, participa este sábado de la cumbre del Mercosur, en esta oportunidad golpeada por la decisión de la Unión Europea (UE) de postergar la firma del acuerdo con el bloque sudamericano hasta enero.
Lo que originalmente iba a ser el escenario para una rúbrica histórica en Foz de Iguazú, con el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva como anfitrión, se transformó en un encuentro opaco donde hay riesgo de que recrudezcan las diferencias ideológicas entre los principales socios.
La decisión de la UE, comunicada formalmente por la presidenta de la Comisión, Ursula Von Der Leyen, tras la cumbre de líderes del jueves, respondió a una fractura interna de último momento y en gran medida vinculada a las fuertes protestas que se produjeron en Bruselas donde los agricultores rechazan el pacto.
A pesar de la posición de países impulsores como Alemania y España, la falta de consenso bloqueó el avance del tratado.
Un factor determinante fue la postura de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien, en sintonía con el histórico rechazo de Emmanuel Macron en Francia, solicitó un margen de tiempo adicional —estimado en tres semanas— para incorporar salvaguardias que calmen las masivas protestas de los agricultores europeos.
En las calles de Bruselas, el clima de tensión escaló con bloqueos de tractores e incidentes frente a las sedes oficiales, enviando un mensaje de presión que los líderes europeos no pudieron ignorar.
Este escenario añade una capa de tensión a la distante relación entre Javier Milei y Luiz Inácio Lula da Silva. Desde la campaña electoral de 2023, el vínculo entre ambos mandatarios estuvo marcado por la distancia ideológica y los agravios personales.
Milei llegó a calificar a su par brasileño de “corrupto” y “comunista”, mientras que el Palacio del Planalto optó por una estrategia de pragmatismo distante, enviando inicialmente delegaciones de menor rango a Buenos Aires.
Si bien la necesidad comercial —Brasil es el principal socio de Argentina— forzó una convivencia institucional mínima, la química entre ambos es nula.
Esta cumbre en Foz de Iguazú será uno de los pocos encuentros cara a cara, donde la falta de una firma con la UE le quita a Lula el “trofeo” diplomático que planeaba exhibir ante el libertario.
