Hinchas sabaleros coparon las calles santafesinas en su clásica caravana de cada 05 de mayo.
“Ser de Colón es muy especial“, decía un viejo amigo que ya no peina canas, porque la vida quiso que se quedara sin pelo. Desde que tiene uso de razón que sigue al sabalero desde la platea este, antes desde la tribuna que da a J.J.Paso.
Su pasión por los colores rojos y negros no tiene punto de comparación. Para él Colón es todo, marca el ritmo de su estado de ánimo depende del resultado. Aunque no se considera termo y se auto percibe un ser pensante, reconoce que en sus épocas de paraavalancha más de una vez defendió una postura sin pensar demasiado.
El personaje en cuestión se llama, Ricardo, richard para los amigos. Vive en barrio San Lorenzo, muy cerca de la cancha de Colón. Cuenta que una vez no pudo ir al estadio por razones de salud y que por cada gol del sabalé, se movía la foto de su padre fallecido. Eso lo emocionaba hasta las lágrimas.
Hablando de lágrimas, lloró como cada sabalero al verse campeón. En una competición tan compleja como puede ser el fútbol argentino, salir primero y coronarlo con una copa, tiene un sabor inexplicable.
Richard fue a la caravana de los 119 años de Colón. Cuando le preguntan qué significa estar allí, te dice que “es lo más grande que hay“. “¿Qué más da?, ya me puedo morir tranquilo, vi a mi club campeón”, cuenta emocionado mientras mira al cielo contemplando los destellos artificiales.
Es que Colón es así, no hay mucho para explicar: “tenes que vivirlo”…