Despacho Play recogió testimonios de todo tipo frente a lo que fue el cese de actividades del 24N contra el gobierno de Javier Milei.
Por Martín Sperati.
Ayer miércoles 24 de enero se llevó adelante un paro nacional contra las políticas de Javier Milei a 45 días de haber asumido el gobierno central. El cese de actividades fue promovido por la Confederación General del Trabajo (CGT) y tuvo un acatamiento bastante dispar, pese a que desde la propia organización mandaron a decir a los medios que hubo más de 2 millones de personas, claramente no las hubo, pero esa no es la discusión que quiero proponerles en este comentario editorial.
Resulta que llega a nuestra redacción cientos de testimonios en los que vinculan a sindicalistas locales con aprietes hacia los trabajadores para acudir a la marcha. “no seas boludo, vas a perder el laburo si no te dejas llevar“, le recomendó un trabajador a otro tras haber sido “apretado” por algún líder regional.
El objetivo era bastante claro: juntar gente. Necesitaban mostrar músculo y capacidad de movilización. Por eso, los chats internos de parte de los líderes de las asociaciones sindicales de Buenos Aires no fueron lerdos ni perezosos y organizaron un grupo interno para que cada sector de cada provincia pudiese reclutar la mayor cantidad de trabajadores a fuerza de extorsión.
Es más, un líder sindical santafesino, de la cual nos reservamos el nombre, ya que lo pidió, confesó que de cada 100 personas reclutadas, se llevaba una “ingente comisión”. “Ni en pedo muevo un dedo, ya me cagaron antes, no me importa si me desafilian“, le espetó a Despacho Play.
Otro de los casos, que muestra el modus operandi en cada marcha de estas características, es que los pasaban a retirar por los domicilios y le hacían firmar una planilla donde prestaban su consentimiento ante el cese de actividades. “si no firmaban, iban a tener problemas serios“, contó una testigo a la que se pregunto con mucha indignación: “¿De dónde sale la plata para los traslados?“.
“Trabajo como repartidor, siempre estoy en la calle. Le dije al coimero éste que estaba enfermo, internamente no quería ir a la marcha, no me interesa, porque mi patrón es el que me paga el sueldo y lo banco a muerte. Pues bien, salí a laburar igual y cuando llegué a casa me encontré con una pintada en mi casa que decía: después no llorés. Tengo miedo, estos son mafiosos en serio”, relató un trabajador de identidad reservada por “razones obvias”.
“Estos no me representan. Nosotros pobres y ellos cada vez más acomodados“, podría ser el resumen de los tantos mensajes que nos llegan a diario. El laburante se siente indefenso ante estos aprietes. “Quedate tranquilo que los medios de comunicación están de nuestro lado y siempre tenemos a mano alguien que pasa la escoba. Y si no, algún cana amigo anda muerto queriendo llegar a fin de mes. Conmigo sos pollo”, fue el llamado con tinte mafioso que recibió una trabajadora que “se animó” a decir que los iba a denunciar.
La política de la extorsión se tiene que terminar. Como ven, en nombre de los derechos, cuidan sus propios privilegios. Los invito a comentar, si quieren por privado, para poner el debate en la opinión pública.
Los sindicatos y gremios son necesarios. Los sindicalistas y gremialistas, no tanto.
Martín Sperati, periodista y director de Despacho Play.