El presidente de la Argentina debe sortear tres temas centrales para garantizar un rumbo claro.
El presidente de la República Argentina se encuentra surfeando varias olas. La ola del FMI. La ola de los precios y la guerra para combatirlos y, la ola, fundamental para el resto de este mandato, que es tratar de convivir con sus socios díscolos.
La ola del FMI le trajo muchos problemas internos. Logró evitar el default, pero rompió cadenas al interior de la coalición que cree que el presidente le entrega el país al organismo internacional.
La segunda ola es la de los precios y la guerra contra la inflación. Donde hace anuncios vacíos y poco concretos, con recetas que fracasaron en la historia argentina.
Creer que aumentar retenciones, congelar precios y poner sobre la mesa la ley de abastecimiento es una solución, es un verdadero desatino. Porque si fuera cierto, el mundo hubiese aplicado esta receta.
Entonces se transforma en un tema de índole ideológico que no trae ninguna solución posible en el campo real. Termina empantanado con las mismas recetas. Las expectativas bajan. Nadie invierte. Todos esperan. Especulan. Hay menos producción. Menos productos. Más demanda. Empieza a subir la oferta. Por ende se genera una distorsión a la economía real que frena todo círculo virtuoso.
Argentina tiene un problema que se llama déficit fiscal: para que se entienda hace mucho tiempo que gastamos más de lo que recaudamos. Para financiar ese déficit algunos gobiernos se endeudan a través del crédito y otros emiten dinero.
Si los primeros la fugan y no generan condiciones provechosas para colocar ese dinero en inversiones para que genere una renta, se crezca y al mismo tiempo se pague; vuelve a aumentar el déficit. En otras palabras, debemos más.
Si utilizamos el segundo camino que es la emisión monetaria; apenas sale un billete de la maquinita, éste no se puede comprar así mismo. Apenas conoce el mundo real, su valor es menor. Eso genera más déficit fiscal.
Si la solución fuese emitir, se acabarían todos los problemas. Prendemos la máquina. Le pagamos al FMI de una. Les aumentamos la jubilación al mil porciento a nuestros abuelos. Generamos mega obras en todo el país y lo que sobra la despilfarramos como queremos.
No es por ahí. Entonces, en cualquier caso pedir prestado y emitir, genera deuda. Creo que las administraciones deben hacer un uso racional de ambos recursos.
Otro de los problemas que tiene nuestro país es que no le está encontrando la vuelta al tipo de cambio. Los ciudadanos no quieren el peso, por eso demandan dólares. Al demandar moneda extranjera se genera una brecha importante. Esa brecha hace que los insumos importados salgan más caro. Al salir más caro, el producto final llega con precios más elevados. Por ende hay más inflación. Porque por cada peso que tenemos nos alcanza para comprar menos bienes y servicios.
Y por último la ola de convivir con los socios díscolos. Quizás sea éste el elemento clave para empezar a ordenar las otras dos variables. Si no tenemos un buen plan con todos trabajando para el mismo lado, el mercado, las personas que invierten y el mundo va a encontrar menos expectativas en nuestro país.
Voy a tomar como propias las palabras de Damian Di Pacce, economista que algo sabe de esto:
Cuando comenzó la pandemia el Gobierno generó una emisión monetaria récord para subsidiar a los diferentes sectores económicos y sociales con muy mala administración del gasto en 2020. En 2021 con el intento de ganar las elecciones retraso todos los precios relativos de la economía y tuvo una emisión monetaria récord de $1,8 billones de pesos. En diciembre 2021 solamente esa emisión fue de $450.000 millones.
La invasión a Ucrania dejó expuesto una vez más a la fragilidad macroeconómica Argentina. Cuando había que ajustar los precios relativos de la economía retrasados justo esos precios son los que suben a nivel internacional. Cuando había que realizar inversiones en gasoductos para no depender del gas licuado importado se dilataron y ahora hay que importar gas a un precio récord. Cuando había que realizar un plan monetario y fiscal sólido no se hizo. Ahora la culpa es del gobierno anterior y la excusa es el FMI para hacerlo.
Cuando me dicen “la política me tiene cansado, ya no me importa”, les respondo “empiecen a importarle”.