La política no pudo resolver el tema de inseguridad y echa culpas

La política no pudo resolver el tema de inseguridad y echa culpas

Por Martín Sperati

Ayer una marcha en Fomento 9 de Julio, barrio de la ciudad de Santa Fe. Vecinos cansados por los hechos de inseguridad.

De repente una balacera frente a la escuela Santa Rita en horario de ingreso escolar. En el parque Garay el cómplice del chorro se apiadó de una profesora que estaba dando una clase en el polideportivo: “No loco, no le dispares”.

Un tachero le mostró a Bruno Ballesteros una herida cortopunzante que pudo terminar con su vida.

A propósito, nuestra vida puede valer: un celular, una bicicleta, una moto, la recaudación de una noche, cinco mil pesos en una caja de un negocio o un piedrazo si el malnacido tiene buena puntería.

Nuestra vida vale eso.

Que tendrá que ver el hambre y la pobreza con salir a robar. El tejido social se rompió por cuestiones que hacen a un fenómeno de años y años de mala educación.

Conozco a muchísimos argentinos pobres. A muchísimos argentinos que no tienen para comer y la pelean día a día de muchas maneras. Desde salir a cortar el pasto hasta vender limones casa por casa.

A la política le encanta romantizar la delincuencia.

Y vemos las cárceles llenas y buscan excusas para decir que son personas víctimas de la pobreza.

José Abraham Cano, es penitenciario de Corrientes y alguna vez dijo sobre las salidas de los presos en plena pandemia:

¿Sabes quién está ahí?

¿Sabes quiénes están en ese techo? (Rompiendo todo)

El que arrastró a tu vieja para robarle la cartera…

El violador de tu sobrina…

El que reventó a piñas al abuelito que vive solo en la esquina de tu casa para robarle la jubilación…

El que le robó el auto a tu cuñado…

El que le vende droga a todos los pibes del barrio…

El que le pegó un tiro en la cabeza y mató al almacenero de la otra cuadra, ese que se rompe el alma para ganarse un mango…

El que le entró a la madre de tu amigo y le desvalijo la casa, robándole todo lo que fue consiguiendo a través del tiempo…

El femicida de tu ex compañera de secundaria; ese que la mató, la descuartizó y la enterro en el fondo de su casa…

El que violaba a las/os nenitos del barrio…

Ese que se caga en mi, en mi laburo, en mi familia, en mi hijo… 

El que mañana no va a dudar en darte un culatazo en la cabeza o reventarte el pecho de un plomazo para que le entregues lo poco que te quedó de tu sueldo y tu celular astillado…

Ese es el ejemplo de una sociedad cansada del garantismo. Una sociedad que mira como José López consigue que tres amigos paguen la fianza de 14 palos y le revientan la cabeza a un kioskero de Ramos Mejía por 10 mil pesos.

Una sociedad que pide que jueguen una vez para ellos. La justicia y la política ayer se quedaron muda. Porque no tienen un argumento real. Porque pareciera que buscan el atajo para que los chorros estén libres.

Y cuando consiguen la libertad, luego de cumplir su condena, el 90 por ciento reincide. Simplemente porque no está preparado para convivir con la sociedad. Entonces, afana y mata. Porque así vivió, así está chipeado.

Es mentira que como consecuencia de la pobreza y la marginalidad estamos repletos de delincuentes. La mayoría de los argentinos pobres se rompe el alma para vivir dignamente. No justifiquemos que la delincuencia es la consecuencia directa con la pobreza. La delincuencia es una forma de vida de algunos.

Acá hay flexibilidad para los delincuentes que saben que entran por una puerta y salen por otra. La política no ha podido resolver este flagelo y en parte les echa la culpa a los jueces, cosa que es cierto, pero estos jueces los elige la política y aplican las leyes que ellos mismos redactan.

Lo ideal, más allá de estar preocupados por quien gana el domingo, tendrían que comenzar a sentarse y consensuar respuestas técnicas adecuadas y sostenibles en el tiempo como mínimo 20 años, no importa quien gobierne.

Ojalá algún día hagan algo para la gente, no para ellos. Se juegan todo creyendo que la vida pasa por una elección. La gente se juega todo cada día cuando sale a la calle, sabiendo que realmente lo que está en juego no son las elecciones del domingo, sino su vida.