Por Martín Sperati
Los medios de comunicación son vitales en la construcción de una democracia. El valor de la información bien construida, bien contada.
En medio de toda una madeja de información y de fake news que circulan en las redes sociales, el periodismo es más necesario que nunca. Cuando más se demanda información de calidad, más se valora su función de servicio público.
Sin embargo la situación de los medios de comunicación está en un momento ruinoso, en mal estado.
Se confunde la actividad esencial para los ciudadanos con el famoso diario de Rivadavia de los gobiernos, donde en algunos casos aparecen como el brazo extendido de la comunicación institucional híper tendenciosa.
Entonces en lugar de procurar sostener la actividad, como cualquier otra, y que es de vital importancia para la construcción de las sociedades, terminan siendo empleados de esos gobiernos de turno, donde informan y opinan con una mirada oficialista notable.
Algunos medios de comunicación se sostienen con la pauta oficial y no está mal. En tanto y en cuanto brinden información de calidad y no se aten al relato de turno.
Es esencial que se refuercen campañas de publicidad institucional con lo que se hace, pero si eso no me va a permitir criticar cuando las cosas se hacen mal, ahí emerge la crisis.
Porque no se informa con la mirada en un todo. Se dice lo que quieren que digas. Y cuando un periodista entra en esa lógica, pierde credibilidad, el elemento más importante que puede tener una persona que se encuentra en los medios de comunicación: la palabra.
Tal vez habría que discutir una ley que permita a las y los periodistas trabajar con total libertad en los medios de comunicación, no importa cual.
Esto es paradójico, porque el elemento esencial que tienen las democracias es trabajar sobre la libertad de expresión. Y eso está en crisis en la Argentina.
No me imagino a un Roberto Navarro trabajando para La nación. A Víctor Hugo Morales conduciendo un programa en TN. A un Eduardo Feimann opinando en C5n. A Marcelo Longobardi liderando un programa en el Destape.
De manera que habría que discutir en este país qué es libertad de expresión.
Esto la sociedad lo mira y dice “a este tipo no le creo” o “esta tipa es una genia”, depende de lo que me gusta escuchar.
Porque una cosa es opinar sobre la base de las creencias que tenemos como personas y otra es construir operaciones todo el tiempo con el único de dividir.
Entonces nosotros, los periodistas, tenemos una gran cuota de culpabilidad en todo esto. Porque nos prestamos a ese juego.
Nos prestamos por necesidad, por obsecuencia, por negligencia o simplemente para llevar un plato de comida.
No estaría mal que nuestros legisladores, anclados por las ideas de nuestro colectivo, puedan diseñar normativas para ordenar el ejercicio de la profesión.
Nuestra profesión entró en un terreno muy ruinoso. Necesitamos ordenar las ideas, pensar cuál es el objetivo del periodismo en una sociedad y jerarquizar nuestra actividad.
Porque cuanto más jerarquizada se encuentre nuestra labor, más nos van a creer, más libertad vamos a tener y menos operaciones vamos a observar.
La política y la justicia encontraron en el periodismo un canal para garantizarse la impunidad. Y después lo otro: un periodista que se precie de tal, no puede andar diciendo cualquier cosa amparándose en la libertad de expresión.
Libertad de expresión muy difuminada, dicho sea de paso. ¿Qué es la libertad de expresión? ¿Puede el gato Silvestre rezongar al aire la foto de Olivos? ¿Puede Joaquín Morales Solá en TN hacer una cruda editorial sobre el material enviado a Bolivia que involucra al ex presidente?
Por más que ellos lo piensen internamente ¿Pueden? , parecería que no, porque la bajada editorial de esos medios se los impone. Sino, se van. Póngase un medio, te dicen.
Habría que sentarse a discutir todo esto. Creo que es el momento. Porque un periodismo y los medios de comunicación así, no le sirven a nadie. No construyen.
Estos días he visto desde interminables editoriales explosivas, con algo de razón hasta un medio oficialista publicando el video y tergiversando con la idea de la campaña el contenido espantoso de ese video.
Hagámosno cargo de nuestra parte. Empecemos a discutir la calidad de periodismo que queremos de acá en adelante. Como en el ludo, volvamos al punto de partida.
He visto que el gobierno nacional aumentó la pauta oficial a algunos medios amigos. ¿Por qué cree que lo hace?
Denunciemos más equidad en el reparto de recursos. Porque los medios de comunicación, como un bar, restaurante, la industria del algodón, la metalmecánica, los tambos, los comercios y las ONGS, necesitan del apoyo gubernamental para llevar información de calidad. No está mal.
Lo que está mal es la discrecionalidad en el reparto. Callar voces y que digan eso que quieren que digas.
El día que en este programa no pueda criticar, buenamente, a Omar Perotti, al socialismo, a juntos por el cambio, a los radicales, a River, Boca y Colón y Unión, ese día le doy la mano a quien esté de turno.
Porque debemos librar una batalla de fondo. El periodismo de calidad se debe imponer al diario de Rivadavia.