Por Martín Sperati
Cuando una persona se manda una macana, lo primero que tiene que hacer es reconocerla, pedir perdón y luego iniciar el camino de la reparación.
Pasa en todos los estadíos de la vida.
Un tachero que funde el motor del taxi, puede que no haya hecho controlar el aceite. Un vendedor viajante que no vendió lo suficiente, puede que ni siquiera comenzó la recorrida. Un contribuyente que paga de más, puede que haya tenido una contadora ineficiente.
Un repositor que tumbó la pila, puede que haya estado más pendiente en su celular que en la tarea asignada.
En fin, para cada ejemplo de la vida, lo que sigue es ver como se originó el eventual accidente o analizar la película completa para determinar los daños materias que se ocasionan por la ineficiencia.
A partir de allí, hay culpables e inocentes.
No puede el dueño del taxi hacerse cargo de una tarea que le asignó al chofer. La dueña de una empresa tiene que buscar las razones por las cuales no se vendió en un determinado período y si tuvo un vendedor bastante vago, no debe hacerse cargo. La persona que paga de más, no puede seguir haciéndolo, al contrario, le debe pedir explicaciones a quien le lleva las cuentas y si no las encuentra o solo encuentra excusas, ahí tomar la decisión de cambiar.
Lo mismo aplica para ese repositor desprevenido, que por mirar videítos o por responderle un mensaje a alguien, dejó de lado su tarea, por la cual le pagan.
En fin, así con todo.
Estos ejemplos sonsos bien podrían aplicar a las macanas que cometen nuestros dirigentes políticos.
La gran diferencia es que en lo anterior, una de las partes paga y se hace responsable. En lo que refiere a la política hemos visto que las macanas siempre las pagan los mismos: los contribuyentes.
Y ahí está la clave que todos nosotros debemos entender: Para que haya justicia social, esa que te venden todo el tiempo, fundamentalmente en épocas de elecciones, debemos partir sobre la misma línea de largada.
Si el repositor se mandó una macana y perjudicó al supermercado, tiene que hacerse responsable.
Si la contadora le hizo pagar de más a su cliente, debe hacerse responsable.
Si un dirigente político se mandó una macana, debe contemplarse el principio de igualdad ante la ley. No hay mucho secreto al respecto.
Esto es, hacerse responsable de lo que hizo. Depende de la gravedad de la infracción, como en todos los órdenes de la vida, tendrá que dejar su cargo o empleo.
Es una cuestión de ética y moral aplicada a todas las cuestiones del día a día.
No es lo mismo el repositor desprevenido que el que está con todas las luces. No es lo mismo el empleado de taxi que cuida su fuente laboral que aquel que solo llega y le da arranque al auto y se echa una siesta debajo de un árbol tupido.
Del mismo modo, no es lo mismo aquel dirigente que hace macanas y justifica que aquella persona ejemplar que se levanta para hacer el trabajo que le corresponde.
Yo no veo a grupos de repositores parapetados ante gerencia pidiendo que a ese compañero desprevenido se lo exculpe. Al contrario, vemos que incluso le dicen: “che, te la mandaste”. Y tampoco vemos decir, “la culpa es del otro supermercado”
No veo al colectivo de viajantes con carteles diciendo a la dueña de la empresa que es injusta e incluso echarle la culpa a la competencia. Al contrario, en la intimidad le dicen, “che, si no vendiste con todas las condiciones que te da la empresa, la culpa es tuya por no viajar y generar contactos para vender”.
Sin embargo en política vemos que los compañeros bancan a los suyos siempre con una mirada hacia el afuera y buscando sanar sus macanas con errores ajenos.
Y así no funciona la vida. El que hace admite, paga y promete no volver a hacerlo. No mira para otro lado para sacarse la culpabilidad.
Y es interesante ver como en política esto no sucede. Y así se consagra la impunidad. Acá te pueden endeudar a 100 años. Imagínense ustedes el contador (Mauricio) de una empresa sacando un fastuoso crédito y peor aún, no sabiendo cómo explicar qué se hizo con ese dinero.
Y cuando le preguntan, dice “no lo que pasa que la contadora (Cris) anterior dejó deudas y yo las tengo que pagar”. Bueno, macanudo. ¿Qué deudas? ¿Me las mostrás? ¡Ehhh, usted no cree en mí, renunció!
Imaginen a la vendedora de un laboratorio (Lilita) que dice abiertamente que la competencia vende veneno. Eso en la jerga es jugar sucio. Lo que tiene que hacer Lilita es ir a la justicia y denunciar con pruebas. Luego la justicia sabrá que hacer para que esos productos no salgan a la venta.
Estos ejemplos muestran la inmoralidad que hay en muchos planos de la política. Algo nos pasó. El nivel de tolerancia del ciudadano argentino es notable.
Sin embargo lo que más me preocupa son aquellos y aquellas que bancan esas inmoralidades. Personas que no hicieron nada, que ven como los suyos hacen macanas, pero se inmolan y aplauden por el solo hecho de bancar al espacio.
Y eso que hacen los convierte en inmorales.
Porque en una empresa si mi compañero roba y me quiere arrastrar, yo le voy a decir: “momentito… en esta no te acompaño”.
Pero hay algo más que me preocupa. Vos. Que te comportas ejemplar en la empresa, con tu familia, amigos y compañeros.
Sin embargo, te arrastraron a la grieta. Y sin querer te convertiste en ellos. En inmoral. Y no hay peor cosa que no hacerse cargo de las cosas malas que hiciste.
En esa lógica anda nuestro querido país. Entre los morales y los inmorales.
Usted decide donde seguir.