Se llama Nair, es fotógrafa y vive en la zona del Himalaya. En Un día Perfecto contó cómo es vivir en otra cultura.
Gente viviendo en la calle, vacas sueltas, monos y cuervos revolviendo basura, personas con incontables arrugas en sus rostros y niños pidiendo limosna; ruidos y más ruidos, todo, en una atmósfera impregnada de olores muy fuertes.
El primer impacto fue intenso, inolvidable. Nair no había llegado a la India en busca de un cambio, o una revelación espiritual. Racional y alejada de pensamientos introspectivos, aquellas tierras la habían recibido para el arte de la fotografía y para confirmar las nuevas culturas que miraba a través de las películas. Sin embargo, el golpe inicial interpeló sus cinco sentidos en una imagen difícil de olvidar.
Poco a poco, la frecuencia del día a día acostumbró su mirada hasta que supo encontrar en los peculiares paisajes del país asiático cierta normalidad. “Acá te das cuenta que la gente vive con mucha paz. No puedo creer que diga esto, pero es la pura verdad. India es el país más enquilombado y desastroso del mundo y sin embargo, me enseñó mucha paz. Acá la gente aprende a vivir en el desorden, es como que todo se arregla y que todo va a estar bien”.
En el momento en que el equipo de Un día Perfecto convocó a Nair, estaba en la zona del Himalaya, una cordillera situada en el continente asiático que se extiende por varios países: Bután, Nepal, China, India y Pakistán. A la hora de hablar de la pandemia, recordó que a los ciudadanos de la India “no les importa mucho, están con la confianza de que no pasa nada y hay que seguir la vida, es la sensación que percibo“.
Actualmente trabaja en una ONG en la India que se encarga de la recolección de residuos. “La gente tiene un preconcepto en general, por fotos o películas, que es un país súper sucio y desorganizado: ¡Ese preconcepto es verdad! India es un país muy sucio, es como vivir literalmente en un basurero. Trabajar el tema de la basura aquí es dificilísimo”.
La situación de las mujeres en la India es más bien crítica. Tanto el peso de la religión y de las tradiciones como un desequilibrio considerable del índice de masculinidad vulneran los derechos fundamentales de las mujeres. Las mujeres indias sufren de discriminaciones y sus libertades son vulneradas cotidianamente. “Acá mirás a alguien y ya te están casando. Salís a la calle y solamente ves hombres. La igualdad de género se está empezando a buscar. Acá te miran y te desnudaron, no hay formas de esquivar esa sensación“, contó Nair al tiempo que aclaró que nunca sintió miedo.
“Voy vestida como me siento cómoda, como me gusta a mi y siempre me sentí segura a donde sea que iba, por más que los hombres me miraban, nunca me sentí en ningún peligro”.
En este contexto extremadamente difícil, han podido surgir movimientos feministas que trabajan día a día para defender a las mujeres y para transformar una sociedad arraigada en tradiciones patriarcales.
Es un mito que la India es un país lleno de vegetarianos. Aunque las encuestas sugieren que más de un tercio de los indios no comen carne, algunos expertos creen que las “presiones culturales y políticas” están haciendo que muchos indios no admitan abiertamente su consumo de carne, especialmente de carne de vaca. El número real de vegetarianos es probablemente mucho menor.
“Acá básicamente lo que se come son especias y picante. Comen un montón en la calle, hay lugares que se vuelven famosos por las comidas callejeras. Cuando llegué y ví los lugares dónde preparaban las comidas dije que horror y la verdad que no pasa nada. Uno se acostumbra y no pasa nada“, culminó.