Por Martín Sperati
La expresión descubrir, refiere a poner a la luz lo que está cubierto, de manera que pueda conocerse con precisión ese aquello en principio desconocido, porque quizás lo que vemos, no es lo que en realidad es o sucede.
La cuestión puesta a la luz de los hechos en torno a la aplicación de la vacuna que recibieron algunas personalidades públicas sin haberse realizado según los procedimientos y distribución previstas, encaja perfectamente en la noción de descubrir.
La sorpresa se mezcló con la indignación, la bronca, el dolor, la contrariedad. Todas esas sensaciones alientan el grave riesgo de llevar esta situación al plano moral, cuando continúa siendo principalmente una cuestión política.
Esta distinción es central, si se trata de un tema moral, lo abordamos como un hecho moral, el asunto no tiene mucha solución, dependerá de la moral de cada uno.
De la ética que lo rige corremos el serio peligro de concluir que hay personas con moral más alta que otras y entonces en aquella que sería menor, debemos reeducarlos, etc. No han sido gratas las experiencias que fueron por ese rumbo.
No niego que esto implica una dimensión moral individual y si hubiese algún delito lo determinarán los tribunales, pero no será moralizando la cuestión que llegaremos a mejor puerto. Se trata pues de un tema político, público, sobre el que podemos actuar institucional y socialmente, sin soluciones mágicas, pero sin duda evitar repeticiones y aun mejorar procesos.
Las hipótesis que la ciudadanía comparte en las redes y en las conversaciones dividen aguas en dos vertientes; una de ellas asegura que se trata de una trama organizada perfectamente, planificada con esmero para privilegiar a algunas personas o para dañar a otras, y como fueron dándose las situaciones y que implicó la caída de un ministro, encierran otros temas que aún nos queda descubrir.
Otra, por el contrario, afirma que todo se debe a una sucesión interminable de errores, criterios equivocados sobre el manejo de una gestión, informalidades que no se asumen como contrarias al manejo de lo público, errores en la percepción sobre como buena parte de la sociedad procesa ciertos temas.
Sobre esto, la vara de la moral tiene que estar muy alta como para determinar qué está bien y qué está mal, más cuando las actitudes de no hace mucho, dejan mucho que desear.
Y los de ahora, tampoco son los reyes de la moral, teniendo en cuenta no sólo los hechos recientes, sino también un sinfín de actitudes individuales y grupales que dan cuenta de ello.
Entonces de un lado tiran dardos para el otro y discuten la moral. Y en el medio están los que queremos encontrar una salida a todo esto.
Por eso pedimos transparencia en la administración de la vacuna y al mismo tiempo pedimos que sectores opositores no icen la bandera de la moral para hacer política con estos hechos desafortunados.
Porque además, muchas personas murieron con esta pandemia, muchas personas se encuentran con un alto grado de incertidumbre frente a lo que viene y porque estamos cansados de que todo se someta a la grieta.
Los de ahora y los anteriores son corresponsables de la situación de espanto que vive la Argentina con números que nos ponen de rodillas: inflación crónica, inseguridad brutal, educación en niveles bajísimos, infraestructura carente e instituciones vapuleadas con el correr del tiempo.
Una cosa es pedir institucionalmente como oposición que no vuelva a repetirse este hecho lamentable y otra cosa es levantar la mano de la moral y hacer política: les pediría que se llamen a silencio y sean responsables para que de una vez por todas podamos salir de esta encerrona.
Ahora, Alberto Fernández y la coalición del Frente de Todos están gobernando. Le pido que abra el juego, que escuche a la oposición, a la sociedad civil y que nos ofrezcan un panorama claro de qué Argentina queremos.
Lo demás es cáscara. Es la nada misma. No caigamos en la trampa de la grieta. Ojalá que Alberto pueda sortear esta vicisitud compleja y que encause para adelante con todos adentro un país previsible, con más trabajo, con más igualdad, con menos muertes, más unido y con una mirada hacia adelante. Miramos para atrás todo el tiempo. Es tiempo de mirar para adelante.