Lacalle Pou vence al oficialista Daniel Martínez por una diferencia menor a 1,5%. La Corte Electoral informó que los resultados se conocerían entre jueves y viernes.
Uruguay permanecía en vilo este domingo a la noche tras el balotaje presidencial en el que el favorito opositor, Luis Lacalle Pou, se imponía por una diferencia tan inesperadamente ajustada que habría que esperar hasta el jueves o viernes para confirmar oficialmente su triunfo.
Con 96,9% del escrutinio completado, Lacalle Pou aventajaba al oficialista Daniel Martínez por 31.468 sufragios de diferencia, una cantidad inferior a los 35.204 votos observados, que la autoridad electoral resolverá mañana.
Lacalle, del Partido Nacional (blanco), sumaba 1.169.630 votos, equivalentes a 48,8% de los sufragios totales, contra 1.138.162 (47,5%) de Martínez, del Frente Amplio (FA) gobernante, según los datos oficiales.
Fuentes políticas explicaron a Télam que, en general, los sufragios observados corresponden a militares, policías y adultos mayores que votaron en lugares diferentes de donde estaban empadronados, por lo que serán considerados válidos, y que no modificarán la tendencia de los resultados.
En cambio, sí esperaban que la diferencia tal vez se ajustara un poco más con las mesas que faltaban computar, porque las últimas que se cargan suelen pertenecer a los centros urbanos, más afines al FA.
El cuadro, inédito en la historia de la democracia uruguaya, trastocó planes y expectativas, y sumió en el silencio público a los dirigentes de ambos sectores, que analizaban la situación a puertas cerradas en sus respectivos comandos de campaña.
La sensación de que los pronósticos -que vaticinaban el triunfo de Lacalle Pou por entre cinco y ocho puntos porcentuales de diferencia- no se cumplían se tuvo una hora después del cierre de las urnas, cuando las firmas de opinión pública quedaban autorizadas para revelar los resultados de sus encuestas a boca de urna.
La sorpresa también se vivió en las calles, donde los preparativos de ambos sectores para las eventuales celebraciones fueron variando de clima según corrían las noticias y los rumores.
En los grupos del Partido Nacional y sus aliados, la euforia por un triunfo que consideraban seguro dio paso a cabildeos nerviosos y a una ansiedad evidente.
En cambio, entre los simpatizantes del FA fue creciendo de a poco una alegría que no estaba en los planes y que se evidenció en bailes en las calles, donde también se notó una presencia policial abundante, en previsión de disturbios.